Futuro muy incierto

A día de hoy, nada parece indicar que las últimas imágenes del Vaporcito de El Puerto que vamos a guardar en la retina sean distintas a las del barco hundiéndose irremediablemente hace ahora un año. O la de la motonave, derrotada, emergiendo ayudada de dos potentes grúas, dos poleas y completamente enfangada en el muelle de Cádiz.

Parece complicado volver a verlo presumiendo por «esas aguas plateadas y azules». El Vaporcito está muerto y muerto se va a quedar durante mucho tiempo. Si es que no lo está ya para siempre. Sin duda es uno de los grandes símbolos de la Bahía. Pero para poder seguir surcándola no basta con eso. Tiene que ser rentable. Y resulta complicado que lo sea en la actual situación de crisis que vivimos.

Quizá hace unos años, cuando las administraciones tenían muchos menos problemas a la hora de 'despilfarrar' el dinero público, se podía haber alcanzado un acuerdo entre el propietario y los ayuntamientos de El Puerto y Cádiz para volver a ponerlo en funcionamiento aludiendo a ese carácter simbólico. Pero hoy en día, invertir un solo euro público en algo que se sabe que no va a reportar beneficios, no se puede justificar bajo ningún concepto, menos aún, cuando se están aplicando medidas de recorte durísimas en materias como Educación o Sanidad.

A la iniciativa privada, a la vista está, no le interesa el negocio. Parece que está claro que el barco no va a volver a surcar la Bahía entre Cádiz y El Puerto, todo apunta a que la ruta entre Sanlúcar, Rota y Chipiona va a ser su nuevo destino, pero por ahora, casi 365 días después de su hundimiento, el Vapor se pudre al sol en un dique de El Puerto, para tristeza de miles de gaditanos, que en mayor o menor medida, tienen alguna anécdota que contar con el barco como protagonista.

Ya solo queda esperar tiempos mejores y mantener la esperanza de que el barco «más blanco y más bonito de todito el muelle de Cádiz» algún día pueda volver a ser lo que fue. De momento, sigue varado con un futuro muy incierto.