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Los jornaleros del SAT toman la capital en su última etapa de la protesta
Una multitud participa en la movilización «más importante» del sindicato
CÁDIZ Actualizado: GuardarComenzaba la crónica de este medio ayer, acerca de la primera jornada de la marcha obrera del SAT, con unas declaraciones del portavoz del sindicato, Diego Cañamero, que vaticinaba una entrada «apoteósica» en la capital para el día siguiente. Y así ocurrió. También acertaron las informaciones que señalaban como punto más representativo del segundo día de movilización el puente Carranza y su vinculación con las protestas de los astilleros. El apoyo que recibieron los jornaleros de los trabajadores del mono azul de Navantia Puerto Real fue de las estampas más simbólicas que la jornada dejó. Por tanto, no hubo sorpresas como en otras ocasiones ni actos censurables por la ley. La ciudad fue tomada por la protesta obrera, con los dirigentes del SAT a la cabeza, que aseguraron al término de la manifestación haber vivido «la marcha más importante».
Los relojes sonaron al amanecer. A las ocho y media de la mañana, los jornaleros que habían pasado la noche en la caseta municipal de Puerto Real, salían con un poco de retraso con destino a Cádiz. El itinerario autorizado los llevó por la carretera de Airbus. Algunos se lamentaban que este recorrido les alejaba de la población y lo vieron como «una estrategia» para mantenerlos «a raya». Lo cierto es que también se esperaba cierto calor humano al pasar por delante de la factoría aeronáutica, como sí ocurrió en otras etapas de la caminata, pero no se sintió. Apenas seis o siete operarios, ataviados con su uniforme de trabajo, salieron al exterior para aplaudir; mientras otros compañeros desde la garita del control de acceso fotografiaban la marcha.
El calor se aguantaba a golpe de cánticos: «Tenemos la solución, los banqueros a prisión» o «viva Andalucía libre». Desde jóvenes hasta mayores, los integrantes de la marcha construían una larga fila que durante las dos primeras horas avanzó prácticamente a solas. A la cabeza siempre el portavoz del SAT, Diego Cañamero; mientras que el alcalde de Marinaleda y diputado andaluz por IU, Juan Manuel Sánchez Gordillo, se mantenía en un segundo plano.
El fuerte dispositivo policial se repitió este segundo día. Como ocurriera en la jornada anterior, efectivos de la UIP (Unidad de Intervención Policial) de Sevilla y Málaga reforzaron el operativo. Una cadena de agentes iban custodiando la marcha, avanzado a su lado.
Sobre las 10.30 horas, la fila de jornaleros se aproximaba al puente Carranza. Un cordón policial cerraba el camino que da acceso a la factoría de Alestis y lo que fue Delphi. En las quinielas sobre posibles sitios que pudieran ser ocupados, la antigua planta que pegó el cerrojazo en 2007 dejando en la calle a más de un millar de trabajadores, era una firme candidata. Pero la marcha pasó de largo.
En ese momento, el tráfico quedaba cortado por el puente. El dispositivo que debía prever complicaciones en la circulación por una manifestación anunciada con antelación, funcionó ahí. Si bien, este corte en la principal vía de acceso a la capital reprodujo los problemas de siempre cuando se inhabilita: Cádiz quedaba comunicada por una sola entrada y obligaba a los conductores a rodear la Bahía. Esto equivale a atascos.
El momento simbólico se aproximaba cuando se vieron los primeros monos azules asomarse a la calzada del puente. Los trabajadores del astillero de Puerto Real ejercían de anfitriones que reciben a sus invitados. Jornaleros y obreros se fundieron en abrazos, entre aplausos, en el mismo sitio donde los empleados de Navantia han recrudecido siempre sus protestas. «Ellos son el símbolo de la protesta en Cádiz. Son un referente en Andalucía», decía el 'speaker' de la marcha. «En honor a su importante labor», el SAT anunciaba que se tomarían el bocadillo en mitad del puente: una sentada que duró apenas unos 15 minutos.
La marcha se fue nutriendo de más participantes, que fueron recibiendo a los jornaleros en la entrada de la ciudad como trabajadores afectados por el ERE del Ayuntamiento de Jerez o militantes de Autonomía Obrera. Pero el grueso mayor de simpatizantes aguardaba en los aledaños del pabellón deportivo Ciudad de Cádiz. Centenares de personas, a título personal o enarbolando banderas de colectivos dispares, recibieron con un atronador aplauso a los jornaleros. Desde formaciones como Izquierda Anticapitalista, sindicatos como la CNT hasta las Brigadas Amarillas. Entre las banderas llamaba la atención alguna ikurriña y las camisetas de algunos participantes con eslogan a favor de Euskal Herria.
Sobran los motivos
En una provincia lastrada por el paro, en una ciudad con muy pocas posibilidades laborales, y en plena crisis que está agravando las desigualdades sociales y por ende, las injusticias, el discurso del SAT cala hondo, con independencia de las formas o las contradicciones en las que puede incurrir su principal líder: Sánchez Gordillo. Diputado electo, alcalde hace años de Marinaleda, pero que sin embargo preconiza la derrota del «poder» y un cambio de sistema: el mismo que lo ha elegido a él como representante de la ciudadanía.
La marcha se convirtió en ese punto en una multitud. Imposible dar con una cifra certera. Como es habitual, las dos versiones a la hora de cuantificar manifestaciones, están muy alejadas. Los cuerpos policiales aseguran que hubo 1.500 personas, 2.000 en los momentos más «animados». Desde el SAT sostienen que se reunieron más de 5.000 almas.
La manifestación iba sumando gente conforme cubría la Avenida. Desde las aceras, los vecinos aplaudían, otros hacían fotos y algunos increparon a Sánchez Gordillo, mostrándole su disconformidad. Estos últimos se llevaron la peor parte, en varias ocasiones tuvo que intervenir la Policía, incluso escoltar a una señora, ante los insultos y los gritos que recibieron de un buen número de manifestantes. Desde el SAT pedían calma por megafonía, pero calificaba estas voces discrepantes de «provocadores enviados por el poder».
Los comercios no cerraron, pero sí mantuvieron la baraja preparada. Tan solo el supermercado Supersol de la Zona Franca decidió esquivar la marcha obrera con un cierre temporal. Eso sí, la Policía dispuso agentes en todas las entradas de las sucursales bancarias por donde pasaban los manifestantes.
No fue la única tarea del Cuerpo Nacional, el dispositivo que debió prever una reorganización del tráfico en la ciudad durante la protesta falló y se vieron a agentes de la UIP cortando el tráfico en las calles que desembocan en la Avenida. Durante el discurrir por esa arteria principal no se vieron apenas agentes de la Policía Local, que tienen encomendada esa tarea.
La manifestación concluyó ante la sede de la subdelegación del Gobierno, vallada y fuertemente custodiada. Sánchez Gordillo llegaba al éxtasis, encaramado en el techo de una furgoneta, apelando a un levantamiento popular. Veremos cuál será su papel en el Parlamento, donde su partido gobierna en coalición y tiene capacidad para impulsar leyes más justas.