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Las sombras de Bretón

Tres presos de confianza velan para que no se suicide en la cárcel. El padre de los niños de Córdoba devora libros de autoayuda, cómics y no toca nada sin un pañuelo

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En una silenciosa galería del módulo de preventivos de la cárcel de Alcolea (Córdoba) todas las mazmorras están vacías salvo una. La que ocupan José Bretón y sus tres "sombras". El padre de los dos niños desaparecidos en Córdoba desde hace casi cinco meses se devana los sesos en su catre bajo la atenta mirada de seis ojos que casi ni pestañean. También se les llama "ángeles de la guarda". O presos de confianza, reclusos con una especial buena conducta dentro de prisión y con una delicada misión: impedir que internos con un "delicado" estado emocional o mental acaben por las bravas con su existencia. Que se suiciden colgándose o de un certero tajo.

José Bretón ya lo intentó. Aunque quizás es un decir... Privado de libertad desde el 21 de octubre porque «solo él tiene la llave de dónde se encuentran sus hijos, vivos o muertos», según el contundente juez José Luis Rodríguez Laín, al principio solo un preso lo vigilaba. A él le arrebató la cuchilla de afeitar con la que se hizo heridas «muy superficiales» en el antebrazo y hombro izquierdos. Lo de "superficiales" lo dicen fuentes penitenciarias. Bretón, al parecer, solo buscaba llamar la atención.

Desde que en enero se autolesionara, dos internos españoles y un subsahariano son sus "sombras" en prisión. Hasta se turnan para vigilarlo mientras duerme. Bretón no se cruza con ningún otro preso. La seguridad manda. La "ley" que los reclusos imponen entre rejas es especialmente severa con los delitos sexuales o cuando hay menores implicados. Hasta los malhechores tienen su ética. Desayuna, come y cena en su celda. El padre de José y Ruth (de 2 y 6 años) está solo con sus pensamientos siempre, también durante las cuatro horas diarias que tiene para pasear por el patio de la cárcel, donde no hay ni un alma con la que charlar.

Su "jornada" empieza a las ocho de la mañana, cuando tocan diana en el trullo, hasta las ocho de la tarde. Doce horas. Leer mucho y escribir una especie de diario centran la mayor parte de su tiempo. Desde que entró en Alcolea es un asiduo usuario de la biblioteca del centro penitenciario. Pide libros de historia y revistas de divulgación científica. Aunque de un tiempo a esta parte devora cómics. Y sobre todo libros de autoayuda, de esos que enseñan a conocerse a uno mismo... El presunto autor de la desaparición de sus hijos hasta tuvo el atrevimiento de recomendarle un título a la psicóloga de la prisión.

Casi superdotado

Su otra pasión, en libertad y privado de ella, es estar informado. Sobre todo de la actualidad deportiva. No puede prescindir del periódico. Y solo tres semanas después de entrar en el trena se compró una radio en el economato para seguir las retransmisiones de los partidos de fútbol. Bretón llegó a tiempo para escuchar el Real Madrid-Barça del primer fin de semana de diciembre. En la calle ya dejó pasmados a los policías nacionales que rastrean la pista de sus hijos durante un registro de la ya tristemente famosa finca de sus padres en Las Quemadillas. A Bretón no le tembló el pulso a la hora de ausentarse de la diligencia policial para ver un partido.

Pero José Bretón no está loco. Lo aseguran media docena de psiquiatras, psicólogos y expertos como los de Análisis de la Conducta de la Policía Nacional (especialistas al estilo de "Mentes criminales", que leen en los rasgos psicológicos de los sospechosos) que han examinado al interno. Aunque sí presenta rasgos psicopáticos. Como falta de empatía o emoción. Es frío, metódico y con un elevado coeficiente intelectual de 121 (a partir de 130 se considera superdotado). Y tremendamente maniático. No soporta que alguien mastique a su lado de manera ostentosa. Alguna de sus "sombras" ha tenido problemas con él por este motivo. Pero si algo le obsesiona es la limpieza. No toca ni el pomo de una puerta, ni una silla, ni unos cubiertos si no es con un pañuelo de papel de por medio. Hasta cuatro rollos de papel higiénico gasta en este menester por semana.

Prensa, radio y hasta televisión tiene en la cárcel, que le sirven para seguir «al dedillo» lo que se publica del caso, indican desde el centro. Su abogado, el prodigado en los medios José María Sánchez de Puerta, ahora ha enmudecido. «No voy a hacer declaraciones hasta que la Audiencia se pronuncie», contesta. Sobre la mesa del tribunal, el recurso del letrado pidiendo la libertad de Bretón. Delante, la férrea oposición del tenaz juez instructor y de Ruth Ortiz, la madre de los pequeños. Como dijo Esther Chaves, su portavoz: «Si los niños llevan meses "privados de libertad", el padre también debe estarlo».