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La oposición siria acusa al régimen de causar una masacre en las afueras de Damasco
QARDAHA. Actualizado: GuardarTras una semana de intensos bombardeos sobre Daraya, localidad de 200.000 habitantes ubicada a 7 kilómetros al sur de Damasco, los milicianos del Ejército Sirio Libre (ESL) se replegaron y la artillería calló. Fuentes opositoras sobre el terreno denunciaron la aparición de «320 cuerpos, entre ellos varios de mujeres y niños, y la mayor parte con claros signos de ejecución» y difundieron vídeos y fotografías en Internet donde se podían ver decenas de cadáveres que, según la oposición, «son víctimas de las redadas casa por casa de las milicias leales al régimen».
Pese a las llamadas al diálogo por parte de ambos bandos, sobre el terreno prosigue la militarización del conflicto y el presidente Bashar el-Asad alertó de que «aplastaremos el complot extranjero a cualquier precio» en un comunicado difundido por la agencia Sana tras la recepción oficial a una delegación iraní. También el vicepresidente, Faruk Al-Sharaa, recibió a los enviados de la república islámica y acalló los rumores sobre su supuesto intento de deserción difundidos por la oposición el pasado fin de semana.
El alto número de bajas sufrido en los últimos 18 meses ha llevado al Ejército a cambiar de estrategia y ahora, antes de entrar por tierra, castiga las zonas con presencia de grupos opositores armados con artillería pesada y helicópteros. «Hay orden de derribar o quemar cada casa de la que salga un disparo contra un soldado sirio», aseguran fuentes oficiales consultadas. Una manera de operar que se ha trasladado también a Alepo, donde prosiguen los combates.
Anas Al-Jazayri, responsable del Observatorio Para las Víctimas de la Violencia y el Terrorismo, acusa a los opositores armados de «sacar a sus familias del país para combatir con libertad en zonas urbanas donde hay más civiles, que quedan en mitad del fuego y son las principales víctimas». El debate sobre el ESL está abierto en amplias zonas de Damasco donde el rechazo al régimen es proporcional al temor a la llegada de milicianos armados de la oposición debido a las consecuencias que esto puede traer.
Respuesta brutal
«Desde hace una semana no realizamos actividades ni en Damasco, ni en los barrios de la periferia porque es cada vez más peligroso», denuncia un activista consultado en la capital, que asegura que «el régimen ya no hace distinciones y nos trata a todos como terroristas». El joven califica los atentados del 18 de julio contra la cúpula de seguridad como el punto de inflexión que ha marcado la escalada en la militarización.
«En muchos barrios piden al ESL que no entre porque saben que el paso siguiente será un bombardeo, pero es complicado negociar con ellos y muchas veces entran sin tener el consentimiento de la gente», asegura este activista, que ha sido detenido en varias ocasiones desde el estallido de que, en su opinión, «militarmente no tiene posibilidades de triunfar». «Al principio el ESL tenía el objetivo de proteger nuestras marchas, pero en cuanto han pasado al ataque la respuesta ha sido brutal».
Por otro lado, el Consejo Nacional Sirio (CNS), organismo que intenta agrupar a la oposición al régimen de Bashar el-Asad, pidió ayer en Estambul una intervención militar a cargo de la comunidad internacional. Abdelbaset Sieda, presidente del CNS, urgió a imponer una prohibición de vuelos militares en Siria, pero advirtió de que ya no bastaría con esa medida pues considera necesaria una intervención militar directa. Es la primera vez que el Consejo Nacional Sirio, formado hace un año en Estambul, pide de forma explícita la entrada de tropas internacionales en el país.