#sanchezgolfillo

Dicen las malas lenguas que en Marinaleda la única que pasa hambre es la vaca del pueblo que todos quieren ordeñar pero que nadie saca a pastar. Y es que en Marinaleda con el 50% del pueblo cobrando el PER y el 80% del presupuesto del Ayuntamiento proveniente de subvenciones, lo ultimo es trabajar. Marinaleda es el ejemplo perfecto de utopía comunista: la Chollocracia.

La Chollocracia es aquella forma de comunismo en la que «el Capital» del que hablaba Karl Marx lo ponen los demás. La piscina, el anfiteatro, la feria, y hasta la pista de pádel del pueblo están pagadas con tus impuestos y los míos, subida de IVA y IRPF incluidas. Marinaleda es una invitación al comunismo pero con la cartera de otro. Un trincódromo de menos de 3.000 habitantes que cobra mas subvenciones que algunos pueblos de 30.000. Una utopía comunista dopada de subvenciones.

Todo esto no hubiese sido posible si no hubiese sido tolerado hasta hoy por PP y PSOE. Seguro que el hecho de que IU sea bisagra de PSOE en Andalucía y del PP en Extremadura tiene algo que ver. Probablemente, unos y otros lo preferirían mantener calladito para no mosquear en demasía a los compañeros de gobierno de IU.

Pues bien, el tiro les ha salido por la culata. Ha reventado. Lo que era un conflicto folclórico menor, o mucho me equivoco, o tiene todos los elementos necesarios para ser nada menos que uno de los epicentros de la política española de los próximos años.

Solo hay que ver la polémica abierta de las redes sociales. La gente, harta de políticos, impuestos y recortes, ha cogido bien la cruzada del lazarillo de Marinaleda, con sus atracos a carrefoures y mercadonas, expropiaciones de fincas y bañitos relajantes en lujosos hoteles y ha elevado a la categoría de héroe popular a su líder, Sánchez Gordillo.

Esa mezcla de Mesías y concursante de Gran Hermano, de telepredicador y descamisado andaluz, de Gandhi y bruja Lola, de Robin Hood y Belén Esteban, tiene todos los componentes del éxito. Solo hay que verlo en las tendencias de internet. #sanchezgolfillo lo revienta en el Twitter.

Si quisiera el Gobierno tendría varias formas si quisiera terminar con el problema:

La primera a palos. Por la cooperación necesaria de un delito de robo con violencia (sobre las pobres cajeras), decidido en asamblea con un plan preconcebido para robar (delito continuado), lo normal es que a Gordillo le caigan de 4 años y 3 meses a 5 años de cárcel.

La segunda la económica, cortando las subvenciones a la utopia comunista y a sus satélites. Y sin trinque no hay trato. Sin subvenciones no hay quien quiera vivir en Marinaleda.

Y la tercera denunciando las mentiras. Porque es todo una mentira. Decía el Dalai Lama que en el siglo XXI, con internet, las mentiras no sirven de nada. Hace 100 años políticos, gobernantes y monarcas podían hacer una cosa predicando lo contrario sin que nadie se enterase. Pero hoy en día es imposible, y Sánchez Gordillo tiene mucho que callar. Va de Robin Hood cobrando sueldo de diputado, de redentor de pobres, pero le pillaron viajando en primera (6.000 Euros) a Venezuela, y de anarquista pero sin votar en contra de la investidura de Griñán en la Junta. La gente puede tener carnet comunista pero no carnet de tonto.

¿Por qué sigue el Gobierno sin hacer nada? No lo se, pero ya va tarde. El perjuicio que las aventuras del Rinconete de Marinaleda nos está causando a los españoles es mayor de lo que parece. Fuera, los medios de comunicación ingleses y de Estados Unidos nos están machacando. Y esto no sale gratis, bien que lo estamos pagando en sobrecoste de la prima de riesgo. Dentro, los atracos a supermercados se están extendiendo como si España fuese un país sin ley.

Que hoy Sánchez Gordillo se salga con la suya supone un paso más. Un paso más para que mañana España se deslice, inevitablemente, hacia la creación de nuevos partidos extremistas del estilo del Amanecer Dorado griego. Amaneceres dorados que tanto daño hicieron a nuestra patria a principios del siglo pasado. Amaneceres dorados que habíamos olvidado. Amaneceres dorados que alimentados por una mezcla de miseria, oportunismo y desmemoria algunos nos están haciendo recordar.

Twitter: @haupold