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Un Universo mitológico

Los nombres de deidades, héroes o musas romanos y griegos han dejado paso a los números a la hora de bautizar a los miles de cuerpos celestes de nuevo descubrimiento

CRISTINA L. ÉBOLI
MADRIDActualizado:

La proliferación de los telescopios espaciales ha situado sobre el mapa del Universo a miles de nuevos cuerpos celestes. Son tantos que ya ni si quiera da tiempo a bautizarlos, solo a clasificarlos. Así, entre los exoplanetas hallados en los últimos años se encuentran denominaciones del tipo ‘v391 Pegasi b’, ‘55 Cancri f’ o ‘Gliese 436 c’. Estos nombres son de gran utilidad para los científicos ya que gracias a ellos pueden ubicarlos en torno a su estrella y a la distancia que se encuentran de ella. Pero para los simples aficionados al espacio no dejan de sonar, como mínimo, monótonos.

Los griegos y romanos ya sabían de la existencia de Mercurio (dios del comercio), Venus (diosa del amor y la belleza), Marte (de la guerra), Júpiter (señor de todas las deidades) y Saturno (de la agricultura). Y, cómo no, de Terra o Gea, ‘madre de todas las cosas’. Desde ellos hasta el siglo XX la tradición occidental obligaba a hacer uso de la mitología clásica para bautizar a los astros.

La invención del telescopio a finales del siglo XVI trajo consigo un nuevo abanico de posibilidades. Se hallaron de forma sucesiva nuevos cuerpos en el firmamento a los que, según la costumbre, se denominó como seres mitológicos. Urano, localizado en 1781, toma su nombre del dios griego del cielo. En un principio su descubridor William Herschel quiso 'ir a su aire' y bautizarlo como ‘Estrella de Jorge’–en homenaje a Jorge III de Gran Bretaña-. No tuvo éxito y a la postre triunfo el argumento de que, si Saturno era el padre de Júpiter, el siguiente planeta debería llevar a su vez el nombre del padre de Saturno, Urano.

Neptuno (1846), planeta azul, representa al dios del mar y su hijo Tritón da nombre a la mayor de sus lunas.

El dios de los muertos

Plutón (1930) fue así denominado a cuenta del dios de la muerte. Su caso reúne varias curiosidades. Como señor del inframundo su luna más grande recibió el nombre de Caronte, el barquero encargado de llevar las almas de los muertos hasta el más allá y al que había que pagar una moneda por sus servicio. Además, en 2006, Plutón fue rebajado a la categoría de Planeta Enano. Ocurrió después de una agria polémica entre los astrónomos a raíz del descubrimiento de otro cuerpo de tamaño algo mayor en el Sistema Solar. A este se le llamó Eris, en honor a la deidad griega de la discordia.

Al margen de planetas el Sistema Solar está plagado de lunas. La Tierra solo cuenta con una compañera de viaje pero alrededor de los otros siete giran en torno a 170 satélites. Marte, por ejemplo, cuenta con Phobos y Deimos. El primero de ellos representa la personificación del terror que hace al guerrero batirse en retirada. Su hermano Deimos refleja a su vez el miedo que atenaza al mismo soldado en la contienda. Ambos eran los lugartenientes de Marte en la batalla.

Júpiter y Saturno cuentan con más de 60 lunas cada uno. Sus nombres son de lo más variado. Las principales de Júpiter son Europa, Io, Calisto y Ganímedes. Las tres primeras se corresponden con doncellas seducidas por el gran dios y la cuarta a un héroe troyano que corrió igual suerte. Fueron así denominadas en 1614 por el alemán Simon Marius quien basó su propuesta en que todas ellas “dieron gran placer a Júpiter el lujurioso”.

En el caso de Saturno la astronomía ha bautizado a sus satélites con nombres más alejados de la seducción. Juno era la madre de Marte; Atlas fue un Titán al que Zeus condenó a cargar con los pilares que sostienen la Tierra; Prometeo robó el fuego de los dioses para dárselo a los hombres y Pandora, la misma de la caja, fue la primera mujer fabricada por orden de Zeus para introducir el mal entre los hombres en venganza por el hurto de Prometeo.

Shakespeare y Urano

No todo se remite a la mitología. Entre las deidades clásicas se colaron unos personajes inesperados: los de William Shakespeare y Alexander Pope. Entre los 27 satélites de Urano se hallan Titania y Oberón, la reina y el rey de las hadas en la obra ‘El sueño de una noche de verano’ de Shakespeare. También se encuentran Ariel y Umbriel, espíritus en ‘El rizo robado’ de Pope. Umbriel representa “al espíritu crepuscular de la melancolía” y no en vano es la luna más oscura que gira en torno a Urano.

Algunos meteoritos también se han ganado el ser llamados con nombre propio. Uno de ellos es Apophis, una roca gigante que amenaza con chocar con la Tierra en 2036. Su denominación no puede ser más funesta. Apophis es el dios de la destrucción.