El otro papel del abuelo
DOCTOR EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN Actualizado: GuardarEn un marco general y tradicional es importante para los pequeños la autoridad de los mayores como parte del proceso de aprendizaje. Sin embargo, los abuelos no quieren fomentar en sus nietos una imagen de autoridad distante y severa. De ahí la importancia de buscar un equilibrio entre su necesidad de constituirse como figuras amables para los nietos, al mismo tiempo que asumen la importancia de no desautorizar a los padres y respetar sus parcelas de autoridad. Ello conduce a que los abuelos asuman su menor capacidad de decisión respecto a cuestiones de comportamiento y cuidado de los nietos. Hay cosas en las que no siempre están de acuerdo con sus hijos, pero que los abuelos aceptan con el objetivo de evitar conflictos.
Pero las cosas han cambiado. No hace mucho tiempo, estar con los nietos suponía una fuente de alegría y felicidad para los abuelos, un momento de disfrute. Pero en la actualidad hay situaciones que hacen que los abuelos hayan tenido que abandonar su pretensión de 'malcriar' para ser auténticos educadores, asumiendo una nueva responsabilidad: la de tener que educar a sus nietos, cuando realmente no se tiene la autonomía de criterio para hacerlo.
Y estas nuevas situaciones que han motivado mas exigencias en las relaciones abuelos - nietos, tienen su origen, en primer lugar, en el hecho de que vivimos en una sociedad en que hombres y mujeres, padres y madres, trabajan fuera de casa, con horarios incompatibles, con la imposibilidad, añadida, de dedicar el dinero para contratar a personas que realicen la labor de cuidado sustituto, más aun en tiempos de crisis económica, donde los recursos familiares no permiten que alguien externo a la familia cuide de los niños: canguros, guarderías y escuelas infantiles, En estos casos los padres delegan excesivamente en los abuelos que ofrecen su tiempo para el equilibrio de la familia.
En segundo lugar el origen de estas nuevas relaciones abuelos-nietos lo encontramos en familias jóvenes obligadas a dejar su hogar y volver a casa de los abuelos, camino de vuelta por causas tales como paro prolongado, divorcios o separaciones. Los abuelos, conscientes de que sus hijos viven una situación especialmente complicada, brindan su bien más preciado, el tiempo y también sus recursos económicos. Recae en los abuelos el cuidado de sus nietos desde una posición bien diferente a la que supuso en su día su papel como padres. En estas situaciones descritas, los abuelos se sienten divididos entre el disfrute que les produce poder pasar tiempo con sus nietos y el agobio por una excesiva responsabilidad en su cuidado y educación.
Resulta esencial considerar que el hecho de que los abuelos tengan que cuidar habitualmente a diario o casi a diario de los nietos hace que se sientan «angustiados» «utilizados» «esclavos de sus responsabilidades», y que «tengan la vida hipotecada». Los abuelos se han convertido en el colchón protector de muchas deficiencias sociales. Hacerse cargo de tareas sobrevenidas, asumidas sin aparente queja, deriva en que tienen una menor oportunidad de disfrutar del tiempo que llevan esperando, tras haber cumplido con sus responsabilidades de adultos. Aparecen renuncias a cosas que se podrían hacer con más libertad, lo que pone de manifiesto un importante sentimiento de abnegación.
Los abuelos,ante estas situaciones, sienten la necesidad de imponer límites que racionalicen la obligación de manera clara. Están dispuestos a aceptar su participación como cuidadores de los nietos solo cuandoverdaderamente sea necesario, cuando el padre y la madre tienen auténticas responsabilidades laborales, pero no para que estos puedan disfrutar de su tiempo libre a costa del de los abuelos.
Por último, entre no pocos abuelos emerge un discurso que incide en el desencanto por el hecho de que socialmente no parece existir un reconocimiento adecuado de la labor que desempeñan. Abuelos que están convencidos de pertenecer a una generación aislada, que cuidó de sus hijos y ahora cuida de sus nietos, pero que se siente insegura cuando se pregunta quién cuidará de ellos cuando llegue el día en que sea necesario.