«Dudar del fallo sería tan grave como desconfiar de nuestra democracia»
Los ciudadanos respetan la decisión de la Justicia, pero temen que la tolerancia social se esté resquebrajando
Actualizado: GuardarRespeto absoluto a la decisión de los jueces. Esa es la contestación automática de los políticos noruegos cuando se les pregunta sobre la sentencia de Anders Behring Breivik. «Dudar del fallo de la Justicia sería tan grave como desconfiar de las bases de nuestra democracia», apunta Marianne Marthinsen, diputada del Partido Laborista (Arbeiderpartiet). Pero ese discurso tolerante asimilado por gran parte de la sociedad desde los atentados del barrio ministerial de Oslo y la isla de Utoya parece resquebrajarse lentamente.
Una de las voces más altisonantes en este asunto es la del ex primer ministro Thorbjorn Jagland. «No hemos aprendido nada en los últimos trece meses», sentenciaba el ahora presidente del Comité noruego del Premio Nobel. En su opinión, los ciudadanos son «más cautelosos» respecto a temas como la integración de los inmigrantes o la islamización de la sociedad, pero en el fondo «nada está cambiando». «Las tendencias xenófobas siguen estando ahí», comentaba este antiguo líder de los socialdemócratas.
De hecho, un campamento de ciudadanos rumanos y búlgaros de las afueras de Oslo fue atacado hace semanas con cohetes y piedras. La ultraderecha, que ha permanecido agazapada durante los últimos doce meses, no dudó en ponerse firme de nuevo y exigir la deportación de estos inmigrantes. «Este tipo de actitudes demuestran que Breivik no está solo en sus opiniones», subraya Marianne Marthinsen.
Pero Noruega necesita esas manos extranjeras para sacar los 500.000 millones que atesoran sus yacimientos de petróleo, impulsar una economía que crecerá un 3% en 2012 y mantener un sistema de bienestar ejemplar para muchos.
Ingrid Ramsoy, investigadora de Ícaro Think Tank, cree que la masacre ha provocado que la sociedad haya perdido parte de su «inocencia congénita» y ya no piense que «todo va a ir bien». Mette Larsen, abogada defensora de las víctimas durante el proceso, comparte esta opinión: «Se nos ha hecho comprender que somos parte de la sociedad internacional».
«Ahora sabemos que Noruega está desarmada ante el terrorismo», afirma Geir Lippestad, principal abogado de Breivik, que pese a su ocupación actual es afiliado al Arbeiderpartiet. Y es que, tras los atentados del 22 de julio de 2011, ya se discute la presencia de sus fuerzas armadas en la misión de la OTAN en Afganistán.