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La mamandurria

FRANCISCO APALOAZA
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La inmoralidad no es cosa de meter mano en el cine o de preñar de penalti. Tiene que ver más con la justicia que con el vamonó. Hay más inmorales que botellines. Muchos están abajo y otros muchos arriba, como si España fuera un sandwich enorme de mangantes que no van a la cárcel gracias a que lo legal no tiene que ver con lo moral.

Los hay de todos los modelos y tamaños. Está el socialista que dedicó el dinero público a comprar el favor de los amigos y el voto del pueblo, cosa cara, el que dejó la caja vacía, el que comenzó el recorte y la paguita al banco, el primero que socializó las pérdidas y ahora da lecciones y llama a la revuelta desde la oposición. Existe también el modelo popular, será por variedad, ese que clamaba hace tres telediarios contra exactamente todo lo que está haciendo ahora, y el chaval listo, modelo económico, el gurú de los números y el progreso que ha quebrado su comunidad autónoma.

Ahora estos tipos ponen cara de haba y se extrañan de que la gente esté harta de ellos. En el nivel Defcon1 de «vas a salir del Congreso por la ventana por la que salieron los polis el 23-F pero de cabeza» se ha instalado hasta un ministro. Mientras la efervescente Esperanza Aguirre llama al país a terminar con «subsidios, subvenciones y mamandurrias», mientras los enfermos tienen que pagarse la alimentación parenteral, Cristóbal Montoro, ese que ha subido tres puntos el IVA de los pañales, mantiene tres pisos en Madrid y cobra 1.800 euros de dietas para alojamiento. Él y otros 62, de todos los colores. Todo esto mientras se recorta en sanidad, educación y a la niña de Rajoy le quitan «los chuches». Todo, mientras España borda lo que sabe: irse al carajo con una personalísima gracia pizpireta. Mientras tanto, alguien se queja del desapego del ciudadano hacia la política e insinúa que vivimos por encima de nuestras posibilidades. Esto está por confirmar, pero sí que votamos por encima de sus posibilidades. Constato -no animo, ojo- que cuando el pueblo pierda el miedo algunos van a correr mucho.