opinión

Picardo y su agenda

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Cuando al perro flaco se le vuelven todo pulgas, siempre hay oportunistas para sacar tajada. España, sumida en una grave crisis que le genera no pocos problemas internos, le ha salido uno más al sur del sur, en la frontera con la antigua colonia británica. Acosada por los especuladores, por las exigencias de sus socios europeos y por las contraindicaciones de los recortes sociales, a nuestro país se le ha revuelto un ministro principal, que parece aprovechar que las prioridades del Gobierno español están más al norte para ir ganando terreno a su Roca.

Fabián Picardo, que le guste o no tiene raíces españolas (su abuela republicana se exilió a Gibraltar), parece dispuesto a destrozar en mil pedazos años de diplomacia, de trabajo bilateral para obtener, aunque fuera solo de cara a la galería, una ‘entente cordiale’. Su antecesor, el socialdemócrata Peter Caruana, había sido un defensor a ultranza de no ceder ni un ápice ante cualquier pretensión de soberanía española. Sin embargo, en ese trabajo de despacho había conseguido que esa vieja aspiración, de anexionar el Peñón al territorio nacional, se quedara en un segundísimo plano. Una letanía, casi caducada, que en La Línea y otros municipios limítrofes solo repetían con cierta mofa: ¡Gibraltar español!

Tanto es así, que colaboró lo suyo para que España terminara cediendo parte de su territorio para la construcción de la terminal del aeropuerto de Gibraltar. Porque sí, Picardo, la pista de aterrizaje que cruza el acceso a tu pequeñita casa no te pertenece por naturaleza sino en virtud de un acuerdo bilateral.

Al laborista primer ministro, que en diciembre cumplirá su primer año de Gobierno, le ha dado tiempo a sacarse de la manga la declaración de zona protegida para las aguas que rodean la Roca e impedir que faenen los pescadores españoles. Alega que es un espacio de gran riqueza. Algo de lo que nos alegramos quienes sufrimos cada vez que el Reino Unido manda al Peñón sus submarinos nucleares para que sean arreglados lejos de sus costas.

A la agenda de Picardo le faltan horas porque en menos de un año ha ordenado a la Royal Navy que hostigue a los pesqueros y ahora cita como acusado al patrón de una de las embarcaciones. Picardo quiere pasar a la historia...ya veremos cómo lo hace. Por ahora ha resucitado el grito de ¡Gibraltar español!