China y Japón reabren sus heridas
Grupos nacionalistas de ambas potencias asiáticas 'okupan' las disputadas islas de Daoyu/Senkaku y disparan la tensión
TIANSHUI.Actualizado:Como dos chiquillos que se pelean en el patio del colegio por un caramelo. Así se están comportando estos días China y Japón, con la diferencia de que sus acciones pueden desembocar en el disparo de fuego de artillería. Los proyectiles ya se han cargado. Y todo por las rocas cuya soberanía reclaman para sí ambos países. Son los islotes Diaoyu en China, y las islas Senkaku en Japón. Otros países también buscan plantar en ellas su bandera, pero la semana pasada han sido estos dos acérrimos enemigos quienes han acaparado toda la atención.
El punto culminante se vivió en la madrugada del sábado, cuando un grupo de unos 150 nacionalistas japoneses -entre los que se encontraban incluso algunos diputados- se acercaron en una flotilla de barcazas a la mayor de las islas, bautizada Uotsuri por Tokio. Aunque el Ejecutivo de Yoshihiko Noda había prohibido el desembarco nada más conocer los planes de estos activistas ultraconservadores, al menos diez de ellos nadaron hasta la costa. Al amanecer hicieron ondear allí la enseña del Sol Naciente antes de ser detenidos e interrogados por la guardia costera. La reacción nipona es la respuesta a otro incidente similar protagonizado el miércoles pasado por 14 ciudadanos de Hong Kong que buscaban reafirmar la soberanía china de las islas.
Justo el día en que se conmemoraba el 67 aniversario de la rendición de Japón en la II Guerra Mundial, siete de ellos alcanzaron la de Uotsuri con la bandera de la República Popular, y fueron detenidos de inmediato por los guardas costeros japoneses bajo la acusación de entrar ilegalmente en territorio nipón. Junto con su embarcación, los catorce fueron llevados a tierra firme no disputada. «Ignoraron la advertencia de Japón antes de llegar a la isla, pero ninguno de los detenidos ha sufrido daño alguno», dijo la Policía en un comunicado. Es la oportunidad que China esperaba para demostrar su poder. Su reacción fue enérgica: llamó a consultas a su embajador en Tokio y pidió tanto la liberación inmediata e incondicional de sus ciudadanos como una disculpa oficial por lo que consideró «una detención ilegal».
Consiguió que los activistas ya estén de regreso en Hong Kong, donde se les ha recibido como a héroes, pero no parece que Japón vaya a dar su brazo a torcer en la cuestión de la soberanía. Así que, para apretar un poco más las tuercas de esta disputa que siempre amenaza con hacer estallar las relaciones entre ambos países, Pekín permitió -e incluso parece que en algunos casos llegó a alentar- docenas de manifestaciones, algunas violentas, contra Japón.
Y parece que el asunto se les puede ir de las manos. Aunque la agencia oficial Xinhua informó sobre concentraciones pacíficas en las que la población china expresó su malestar por la provocación nipona, imágenes publicadas en Weibo, el servicio de microblogs más popular de China, mostraban manifestaciones mucho más concurridas y desperfectos en locales relacionados con Japón, como restaurantes de 'sushi'. Diferentes testigos aseguran que también se volcaron vehículos de marcas japonesas en la ciudad sureña de Shenzhen y que se quemaron banderas de ese país frente al consulado de Guangzhou, la capital de la provincia de Cantón.
Boicot económico
Quizá por esta reacción virulenta, que no es nueva en China, varias empresas locales han mostrado su intención de fabricar sus productos sin utilizar componentes japoneses. Más allá ha ido la cadena de electrodomésticos Suning, que, como pudo comprobar este diario, ayer pegó en la entrada a uno de sus establecimientos de Nanjing una nota en la que se podía leer «no vendemos más productos japoneses». Según diversos medios internacionales, el cartel se vio también en otras ciudades del gigante asiático.
Sin duda, China dispara a la línea de flotación de su vecina. Aunque será difícil que el boicot se alargue mucho en el tiempo si la situación se calma, el régimen de Pekín lanza un mensaje muy claro, en concordancia con su estrategia global: no nos hacen falta misiles para provocar daños a nuestros enemigos. No en vano, el mercado del gigante asiático es actualmente el más prometedor del planeta.
La economía nipona está en horas bajas, sobre todo después del terremoto y posterior tsunami que asoló el noreste del país en marzo de 2011 y desencadenó la crisis nuclear en Fukushima. Al primer ministro japonés no le interesa, por tanto, fomentar la animadversión de su archienemiga pero, cuando falta poco para que se celebren elecciones anticipadas, no se puede infravalorar el poder que detentan los ultraconservadores japoneses, que parecen buscar una nueva confrontación directa que podría tener catastróficas consecuencias.