Huelga mediopensionista
Actualizado:El etarra Iosu Uribetxebarria Bolinaga sometió durante 532 días a la tortura del secuestro al funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara. También es el torturador del empresario Julio Iglesias Zamora durante 116 días y sus noches. El etarra en cuestión asesinó a tres personas. Uribetxebarria suma a estos delitos otro: se mostró orondo, risueño y absolutamente ajeno al dolor provocado por sus torturas y crímenes cuando compareció ante el juez junto a sus torturados, para los que no tuvo más que desprecio y chulería, ni una brizna de empatía.
El etarra asesino y torturador es ahora un enfermo terminal, nos dicen. La ley establece que para esos casos el criminal podrá ser excarcelado y pasar en su casa los últimos días de su vida. Un rasgo de piedad que él desde luego no tuvo con sus secuestrados. Si realmente es un enfermo terminal, el Ministerio del Interior debería haberlo excarcelado hace días. No lo ha hecho, probablemente porque está preso por la política que en materia antiterrorista llevó cuando estaba en la oposición y cuando otras aplicaciones de la ley semejantes eran tildadas por el PP de traiciones a las víctimas y componendas con los terroristas.
Esta torpeza del Gobierno puede desembocar en que la huelga de hambre mediopensionista que llevan a cabo un centenar de los más de setecientos presos de ETA pueda convertir en conquista de la banda lo que no debería pasar de pura aplicación de la ley. Sabemos que la llamada huelga de hambre se hace compatible con la ingesta de alimentos, una muestra más de la hipocresía que define a los etarras, y llama la atención que un enfermo que nos dicen que es terminal secunde la huelga después de haberse negado a que le practicaran pruebas médicas para acreditar su estado.
Los etarras encarcelados han brindado cuando sus conmilitones asesinaban en la calle, se han reído en los juicios a los que asistían víctimas, familiares de víctimas o testigos de sus crímenes, han dado muestras sobradas de su brutalidad y de su amoralidad, pero tienen la fortuna de vivir en un Estado de derecho.
Es probable que el etarra Bolinaga sea excarcelado, es probable también que esa aplicación de la ley sea relatada como fruto de la lucha de los etarras. Es seguro que el autor de tres asesinatos, el torturador de dos ciudadanos, es un ser despreciable que al crimen y la tortura une el desprecio a sus víctimas, el jolgorio que le produce su propia esencia criminal. El Estado tendrá con él la piedad que él ha sido incapaz de tener.