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Nuevo golpe opositor en el corazón de Damasco
La guerra traspasa la frontera y comienzan los secuestros de libaneses por una supuesta pertenencia al grupo terrorista Hezbolá
BEIRUT. Actualizado: GuardarDespués de 17 meses de revuelta, Damasco ha dejado de ser una ciudad blindada. La capital despertó con el sobresalto de una fuerte explosión de un camión bomba y un enorme hongo de humo negro marcó el lugar del ataque, un aparcamiento situado entre un club de oficiales del Ejército y el hotel 'Dama Rose', el cuartel general de los cascos azules de la ONU. Cinco personas resultaron heridas, no hubo que lamentar víctimas mortales en esta acción que el Ejército Libre Sirio (ELS) no tardó en reivindicar. «La operación fue planeada por expertos para que se produjera durante la reunión de oficiales y suboficiales del Ejército y de la 'shabiha' (milicias favorables al régimen) donde se deciden los movimientos del día en Damasco», relató un portavoz rebelde a la agencia AFP. El doble objetivo era «subir el ánimo del ELS y decirle a Bashar el-Asad y a su comandancia que podemos llevar a cabo operaciones bien planeadas».
A punto de cumplirse un mes del atentado en Damasco que acabó de un golpe con la cúpula de seguridad del régimen, los opositores volvieron a demostrar su capacidad de golpear en uno de los lugares supuestamente mejor custodiados del país. Además de la explosión, durante el día se produjeron enfrentamientos en el céntrico barrio de Mezze, donde se emplazan legaciones extranjeras como la española o la iraní. La agencia oficial Sana confirmó los choques que concluyeron «con la muerte de varios insurrectos y la detención de los supervivientes». Los rebeldes intensifican sus operaciones en la capital a través de grupos pequeños que golpean y se repliegan con rapidez para crear sensación de desconcierto, algo que quieren combatir las autoridades «sin indulgencia y hasta su total eliminación», declaró el ministro de Interior, Mohamed al-Shaar.
Bombardeo en el norte
Los rebeldes también mantienen sus operaciones en distintos barrios de Alepo, segunda ciudad del país y centro de los combates más importantes de las últimas semanas, y en los pueblos del norte fronterizos con Turquía. Los medios opositores denunciaron un bombardeo en la localidad de Azaz en el que podrían haber muerto más de treinta personas.
Distintos vídeos subidos a YouTube muestran a vecinos intentando rescatar cuerpos entre los escombros de una casa. En Alepo, un avión atacó el hospital de Al Shifaa, según enviados de Human Rights Watch sobre el terreno, que calificaron el acto de «violación de la ley internacional». Los mandos del ELS piden la creación de zonas de exclusión aérea, siguiendo el modelo aplicado en Libia, y acusan a Irán de estar tomando parte activa en los combates a través de la Guardia Revolucionaria.
El secretario de Defensa estadounidense, Leon Panetta, confirmó esta implicación y fue más allá al adelantar la intención de la república islámica de «crear una milicia progubernamental al estilo del Ejército del Mahdi en Irak». Un grupo paramilitar formado exclusivamente por combatientes chiíes y alauíes al estilo del que lidera el clérigo radical Muqtada al-Sadr desde su cuartel general en la ciudad santa de Nayaf. Sin dar más detalles, Panetta alertó del riesgo que supone la entrada en escena del factor iraní porque «es el pueblo sirio el que debe decidir su futuro, no Irán».
La guerra ha traspasado la frontera libanesa y en las últimas horas veinte ciudadanos sirios fueron secuestrados en Beirut. Es la respuesta del clan chií de los Al-Mikdad, importante tribu del valle de la Bekaá, a la detención por parte de un grupo opositor sirio el lunes de su pariente Hasan Salim bajo la acusación de ser miembro de Hezbolá. El Partido de Dios negó cualquier relación con el detenido, y su familia explicó que se había trasladado a Damasco por problemas financieros. El portavoz del clan despojó de cualquier cariz político al secuestro y lo calificó de «personal y tribal».
Junto a Mikdad, otros 11 libaneses permanecen secuestrados en Siria por su presunta pertenencia a Hezbolá, un grupo aliado del régimen que desde el inicio de la revuelta permanece en segundo plano. Según los rebeldes libios, cuatro de los rehenes habrían perdido la vida en el bombardeo de Azaz y otros siete permanecen desaparecidos entre los escombros, información que provocó toda una oleada de protestas en el sur de Líbano. La inestabilidad en las calles llevó a las autoridades de Arabia Saudí y Emiratos Árabes, principales apoyos para la oposición al régimen de El-Asad, a pedir a sus ciudadanos que abandonen el país.