Japón incomoda a sus vecinos
Nuevo homenaje de altos cargos a militares ejecutados después de la Segunda Guerra Mundial entre protestas de China y Corea del Sur
PEKÍN.Actualizado:La tensión diplomática vuelve a Asia con motivo del 67 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, que se conmemoró ayer. En lugar de ser una fecha para la reconciliación y el entendimiento, como ocurre en Europa, en Oriente desata de nuevo los recelos entre Japón y sus más cercanos vecinos, China y Corea del Sur.
Mientras el emperador Akihito y el primer ministro nipón, Yoshihiko Noda, rezaban por las víctimas de la contienda en una multitudinaria vigilia celebrada en Tokio, dos miembros de su Gobierno airaban a Pekín y Seúl visitando el controvertido santuario de Yasukuni.
El motivo es que en este templo sintoísta, enclavado entre el Palacio Imperial de Tokio y el Museo Militar de Yushukan, se veneran las almas de los 2,5 millones de soldados japoneses caídos en acto de servicio entre la Restauración de la dinastía Meiji (1866-69) y el fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-45). Entre ellos figuran más de un millar de criminales de guerra -catorce de ellos de primera clase- ejecutados por los aliados al término del conflicto, como el general Hideki Tojo, que ordenó el ataque a la base militar de Pearl Harbor (Hawai). En secreto, todos ellos fueron incluidos en 1978 en el Registro de Almas del santuario de Yasukuni, por lo que cada peregrinaje de los políticos nipones supone una grave ofensa para los países que más sufrieron su ocupación imperial, como Corea o China, donde se calcula que perecieron entre 20 y 30 millones de personas desde 1931 hasta la conclusión de la contienda mundial.
Esta vez han sido el ministro de Transportes, Yuichiro Hata, y el presidente de la Comisión Nacional de Seguridad Pública, Jin Matsubara, quienes han vuelto a servir la polémica al acudir al santuario. «Vengo a título personal para recordar a los antepasados que establecieron los pilares de la prosperidad que vive hoy Japón», indicó Matsubara a los periodistas allí congregados.
Esta es la primera visita que miembros del Ejecutivo efectúan a Yasukuni desde que el Partido Demócrata de Japón (PDJ, de centro-izquierda) desalojó del poder al Partido Liberal Democrático (PLD) en 2009. Entre 2001 y 2006, el entonces primer ministro, Junichiro Koizumi, acudía cada año al controvertido santuario, levantando las consiguientes protestas de China y Corea del Sur. Aunque el PDJ había renunciado a tales peregrinajes para mejorar las relaciones con sus vecinos, la presencia de los dos responsables políticos de primer rango en Yasukuni se interpreta como un síntoma de la división en sus filas.
Disputas territoriales
Además, llega en el momento más inoportuno en medio de las disputas territoriales que enfrentan a los países asiáticos. Para empezar, el presidente surcoreano, Lee Myung-Bak, acaba de visitar las islas Dokdo (Takeshima en japonés), que reclama Tokio. Mientras tanto, un grupo de activistas prochinos de Hong Kong y Macao fueron detenidos ayer en las islas Diaoyu (Senkaku en japonés), por las que pugnan Pekín y Tokio. El Gobierno de Hu Jintao ya ha pedido la «inmediata liberación» de estas 14 personas, que, según su Ministerio de Exteriores, fueron arrestadas por el servicio de guardacostas de forma «ilegal».
Aprovechando esta escalada de la tensión, Lee ha vuelto a criticar a Japón por las atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Mundial, en especial por usar a 200.000 «mujeres del consuelo» como esclavas sexuales de sus tropas. 67 años después de la contienda, y del fin de la ocupación nipona en China y Corea, la tensión diplomática empaña la prosperidad de las potencias económicas en Oriente.