Rajoy anuncia una ofensiva europea pero mantiene viva la opción del rescate
«Pedimos un préstamo para evitar serias dificultades a las entidades financieras y, si nos parece razonable, haremos lo mismo», dice
MADRID.Actualizado:Se fue de vacaciones a Galicia con los reproches de la oposición por permanecer en su despacho mientras la prima de riesgo española subía muy a pesar de los últimos atracones de austeridad y ha reaparecido, momentáneamente, con una abultada agenda europea bajo el brazo. Mariano Rajoy aprovechó ayer el habitual despacho con el Rey en Palma de Mallorca para exhibir la larga lista de encuentros internacionales que le esperan de aquí a final de año; el primero, con el presidente de la Comisión Europea, Herman Van Rompuy, antes de que acabe agosto. Aun así, tendrá que moverse poco.
El jefe del Ejecutivo tiene intención de emular al primer ministro italiano, Mario Monti, en su ofensiva diplomática de finales de julio y principios de agosto, pero lo hará prácticamente desde el sillón. A la visita de Van Rompuy le seguirá el 6 de septiembre un viaje a Madrid de la canciller alemana, y jefa de facto de la eurozona, Angela Merkel. Y el día 11 llegará el primer ministro de uno de los países más reacios a un «exceso» de solidaridad europea, el finlandés Jyrki Katainen. Finalmente, el 20 será el propio Rajoy quien cogerá un avión con destino a Roma para devolver la visita a Monti. Serán unos días clave en los que los mercados no quitarán ojo a España.
El mes de agosto -temible siempre, porque el escaso volumen de operaciones permite a los especuladores darse un festín con pocos movimientos- está siendo hasta ahora más tranquilo de lo esperado. Pero, según los analistas económicos, eso se debe a que se está dando por descontado que el Gobierno recogerá el guante lanzado por Mario Draghi el pasado día 2, apenas horas antes de la entrevista de Rajoy y Monti en Moncloa, y pedirá socorro a los fondos europeos para que se active la compra de deuda.
El mismo jefe del Ejecutivo alentó de algún modo esa tesis durante su comparecencia ante la prensa en Marivent, donde recordó, como quitando hierro al asunto, que ya optó a principios de junio por pedir ayuda a la UE para evitar el colapso del sistema financiero español. «Lo hicimos porque nos parecía razonable y si nos parece razonable, haremos lo mismo (ahora)», subrayó. Aun así, insistió en que no hay ninguna decisión tomada y reiteró que aún falta conocer exactamente qué es lo que está dispuesto a hacer el BCE, si «comprar bonos en el mercado secundario o dar créditos a entidades financiadas para que compren».
Tiempo de margen
Lo que no dijo es que lo que más teme el Gobierno son las nuevas condiciones que, sin duda, acompañarían a este rescate. Y las pensiones están en el punto de mira. La prisa, aun así, es relativa porque España no tiene grandes necesidades de financiación pública hasta octubre, cuando vencen 30.000 millones de euros de deuda. Además, todavía no ha solicitado formalmente el primer tramo de la ayuda de 100.000 millones de euros para la banca, que será también de 30.000 millones. En el Gobierno confían en que ese colchón les permita ganar algo de tiempo.
Mientras tanto, la prioridad de Rajoy es convencer a sus socios de que la unión fiscal y bancaria acordada en la cumbre del 28 y 29 de junio se concrete, siquiera con un calendario, antes de que acabe el año. No es del todo fácil. Berlín, entre otros socios, ha mostrado sus reticencias a pisar el acelerador y hasta hace unas semanas trabajaba con el horizonte de 2014. En los últimos días, sin embargo, hay rumores de que Bruselas estaría por la labor y el jefe del Ejecutivo quiere terminar de convencer a Van Rompuy en su próxima entrevista.
El Gobierno concede a este asunto una importancia capital porque cree que servirá para lanzar el mensaje de que los países con dificultades no están solos y tienen un respaldo institucional claro, más allá del meramente verbal, lo que debería servir para relajar, al menos, esa parte de la prima de riesgo que puede ser achacable a la pertenencia al euro y a las dudas sobre su continuidad, y no de manera estricta a los fundamentos de la economía española.
En cualquier caso, Mariano Rajoy no dio muestras de estar excesivamente apurado y, de hecho, aún seguirá unos días de vacaciones. Su encuentro con don Juan Carlos -en el que también dio cuenta de un viaje a Nueva York el 23 y 24 de septiembre, una cumbre bilateral en Francia, otra en Marruecos y otras dos en España con Turquía e Italia, de aquí a diciembre- fue solo un alto en el camino. Hasta el domingo, descansará en el Palacio de las Marismillas, en Doñana, donde le gustaba acudir a Felipe González y, en ocasiones, a José Luis Rodríguez Zapatero. El lunes, volverá a su despacho en La Moncloa para preparar el Consejo de Ministros del 24.