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Pasar la gorra

Rocío Vázquez
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Vamos a tener que actuar en la calle y volver a pasar la gorra». Esta apocalíptica frase la pronunció hace unos días uno de los actores y miembro fundador de la compañía Yllana en una entrevista previa a su participación en el Festival de Comedias de El Puerto, por otra parte, uno de los de mayor prestigio dentro del circuito escénico nacional. Apenas unas horas después, el músico y productor gallego Carlos Jean anunciaba de forma oficial que el próximo viernes convertirá la playa La Victoria en «la mayor discoteca del mundo» gracias a un concierto gratuito que se prevé multitudinario. La reflexión del cómico nos sume en un decepción lógica. Dar pasos hacia atrás en la industria cultural no parece la solución más adecuada al problema que se avecina con la subida del IVA en el sector del 8 al 21%, pero al menos es un mensaje esperanzador para todos aquellos que pregonan el fin del consumo y por tanto de la producción de las disciplinas artísticas. Por ver el vaso medio lleno, la frase del actor de Yllana esconde la voluntad de buscar nuevas estrategias para dar visibilidad a su talento y cumplir con el objetivo de entretener y conmover al público. Un público que, como demuestran citas como la de los conciertos gratuitos en la playa, no falta a ninguna convocatoria cuando no hay que meter la mano en el bolsillo. En estos últimos años muchos artistas se han bajado el caché para acudir a determinados eventos o festivales, en esos momentos en los que obligaba el recorte por parte de las entidades públicas. Fue entonces cuando la iniciativa privada echó el resto para seguir dando continuidad y rentabilidad a su trabajo. Ahora toca el turno del ciudadano. Llenando plazas, visitando museos, haciendo pequeñas compras, pagando simbólicas entradas o depositando un par de monedas en el sombrero de aquel que le provoca una sonrisa, le hace llorar o le lleva a mundos imaginarios con un gag, un guion o una novela. Cualquier gesto suma. Que la cultura de la gratuidad, tan arraigada en las tierras del sur, no mate a esa otra por la que tanto hemos peleado. Solo así, y si hay que volver a pasar la gorra, tendremos derecho al pataleo.