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El pillaje andaluz

Carlos Morillo
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Uno de nuestros héroes televisivos de la infancia era Curro Jiménez, el apuesto bandolero andaluz que, al perder su medio de subsistencia se echa al monte para, fuera de la legalidad vigente, asaltar a los franceses y a los ricos para repartirlo entre los pobres, siempre acompañado del Estudiante, del Algarrobo y del Fraile (interpretado por el ‘vejeriego’ Paco Algora). En las últimas semanas se ha repuesto la serie en TVE y algún que otro capítulo me he vuelto a tragar, como siempre hago.

Cuando se es un niño el valor de la justicia está muy por encima del de la legalidad, así, en los recreos o a la salida del cole mediabas o te interponías ante la tunda de cates que se llevaba el más débil de la clase si creías que la acción de los demás era manifiestamente injusta y abusiva. Lo lógico es que se improvisaran normas ‘ad hoc’, uno contra uno, para evitar abusos.

Al estudiar Derecho sabes que la sociedad necesita regularse mediante normas para poder convivir en armonía y sabes que las leyes son iguales para todos y de obligado cumplimiento aunque exista desconocimiento. Así, la Constitución española nos define en su Artículo Primero como un ‘Estado Social y Democrático de Derecho’. Es el imperio de la ley que se impone a la justicia, lo justo, que pasa a un segundo plano.

Esta semana un acto ilegal, pero no exento de justicia, ha tenido lugar en nuestra provincia con gran repercusión mediática: el pillaje por parte de unos jornaleros de un supermercado propiedad de una multinacional francesa. Una acción similar a la que protagonizara en 1999 el bigotudo sindicalista agrícola francés, José Bové, cuando asaltó un McDonalds en Millau, que se realiza para llamar la atención de la sociedad en cuanto a las necesidades alimenticias de muchas familias. Es evidente que el acto choca frontalmente con nuestras normas de convivencia, sin embargo, acciones como éstas son las que abren los ojos a toda una sociedad para que se dé cuenta de lo que está ocurriendo y que nadie quiere ver.

Mi racionalidad se posiciona contra este tipo de acciones que impedirían que una sociedad pudiera siquiera vivir, pero mi corazón echa de menos que no se hubiera producido antes para reivindicar una justicia que muchos ven pasar de largo, como mi amigo Juan que, por el ya famoso ‘timo de las preferentes’, le han birlado cien mil euros y todos están mirando para otro lado.

La solución a las necesidades que pasan muchos de nuestros vecinos no está en asaltar supermercados pero un acto como éste ha sacado a los medios nuestras propias vergüenzas (la existencia de subsidios, por ejemplo, es una muestra de que muy bien no hemos hecho las cosas) y que existe otro tipo de pillaje, el pillaje de guante blanco, y ése no es andaluz sino de más al norte.