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EE UU y Turquía ponen sobre la mesa la creación de zonas de exclusión aérea

Clinton cree necesario «una planificación operacional y un análisis intenso» para evitar que la violencia se prolongue

BEIRUT. Actualizado: Guardar
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Los blindados y los aviones de combate de Bashar el-Asad han sido las principales armas para sofocar los focos de resistencia en Damasco y Alepo en las últimas semanas, mientras que desde la comunidad internacional se aceleran los movimientos para reforzar el apoyo al Ejército Libre Sirio (ELS). La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, viajó a Turquía y la posibilidad de las aplicaciones de zonas de exclusión aérea volvió a ponerse sobre la mesa.

En 2011, la aprobación de esta medida en Libia fue la fórmula que permitió a los rebeldes tumbar al régimen de Muamar Gadafi, pero en el caso sirio sería necesario antes «un análisis intenso y una planificación operacional», destacó Clinton en la rueda de prensa conjunta con el responsable de Exteriores turco, Ahmet Davutoglu. Este trabajo conjunto es el que se proponen hacer a partir de ahora los Gobiernos de Ankara y Washington para hacer frente al eje formado por Irán, Hezbolá y Siria que «sirve para prolongar la violencia del régimen», según Clinton.

La respuesta siria llegó a través de una carta de su representante en la ONU, Bashar Yafari, dirigida al Consejo de Seguridad para acusar a EE UU, Arabia Saudí y Catar de «organizar centros de operaciones militares en Turquía» para apoyar al ELS.

En medio de la lucha diplomática entre los partidarios y detractores de El-Asad, sobre el terreno siguieron los enfrentamientos en barrios de Alepo, como Al-Sukari, y en pleno centro de Damasco, donde la televisión estatal, informó de que varios «terroristas» detonaron una bomba en Merjeh y dispararon al azar «para provocar el pánico entre los ciudadanos».

La gran desigualdad de fuerzas obliga a los rebeldes a llevar a cabo pequeñas acciones a través de guerrillas urbanas, complicadas de neutralizar para un Ejército que sufre un gran desgaste después de 17 meses en situación de alerta. El jefe de la inteligencia alemana, Gerhard Schindler, aseguró que «El-Asad ha perdido más de 50.000 soldados», de los 320.000 con los que contaba antes de la revuelta. La cifra comprende fallecidos, heridos, soldados que han abandonado las filas y «entre 2.000 y 3.000» desertores de unas fuerzas donde «prosigue la erosión», en palabras de Schindler.