El pillaje
Actualizado:La imagen de jornaleros del campo asaltando por la fuerza dos supermercados andaluces, uno de ellos en Arcos, ha dado la vuelta al mundo y ha situado a España en las antípodas de un país desarrollado. El mensaje que se ha transmitido, sobre todo a Europa, es el del caos, el hambre y la anarquía. Las acciones del parlamentario de IU y alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo, han tenido hasta la fecha un barniz de anécdota, de risa, más bien de surrealismo. Su discurso trasnochado y utópico ha servido para señalar en el mapa español la presencia de un pequeño cantón comunista en Andalucía, donde sus vecinos forman cooperativas de trabajo, cobran todos el mismo salario y siguen a su líder a pies juntillas. Pero en esta ocasión, el Robin Hood andaluz ha ido demasiado lejos. Su protagonismo en la ocupación de fincas para expropiarlas a los terratenientes o la tangana que protagonizó el día en que nombraron a la duquesa de Alba hija predilecta de Andalucía se han quedado en hazañas puntuales si se comparan con lo ocurrido el pasado martes en un Mercadona de Écija y en el Carrefour de Arcos. Gordillo y su tropa alertaron horas antes a la prensa de la acción coordinada que iban a llevar a cabo en estos establecimientos para concienciar a la población de que hay miles de familias que no perciben ningún tipo de ayuda económica y pasan hambre. En la provincia de Cádiz, por ejemplo, hay más de 60.000 hogares con todos sus miembros en paro. Gordillo y el responsable del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), Diego Cañamero, dieron entonces un paso más en su particular guerra contra el capitalismo y el sistema democrático. Una legión de jornaleros en paro ocupó los centros comerciales a las órdenes de Gordillo y Cañamero y arramblaron con todo lo que encontraron a su paso. El objetivo no era otro que sacar por la fuerza una docena de carritos atestados de comida para repartir entre los más pobres. El fin no justifica los medios. Gordillo y los suyos han utilizado en esta acción una filosofía barata de la solidaridad que nada tiene que ver con la realidad. No se puede asaltar un supermercado para repartir la comida a los hambrientos, sobre todo, en un Estado de Derecho que goza de los mecanismos legales para regular este tipo de desequilibrios. Otra cosa es que el Estado no cumpla. Gordillo ha pasado de tener un minuto de gloria con sus acciones a ser el protagonista indiscutible del verano en el plano internacional. Su acción, como el entorno en el que se mueve, es un verdadero esperpento. No podemos olvidar que se ha cometido un acto de pillaje o saqueo, es decir, coger por la fuerza lo que no es de uno. Ante esta situación, el PSOE de Andalucía tiene un serio problema político. Los socialistas gobiernan la Junta con IU, y el partido de Gordillo aún no ha reprobado la acción de su compañero, que ya dio notas de rebeldía en el mismo momento en que se firmó el pacto de Gobierno. El PSOE ha tratado de desmarcarse de este acto, pero el daño de Gordillo ya está hecho y es irreversible.