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Venganza

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Me interesa el tema de la venganza en la ficción, tanto en el cine como en la literatura o en el cómic -en la música también se da, pero suele ser involuntario y contra el oyente-. La he tratado como novelista; la causa de la psicología mórbida y las acciones de varios de mis personajes se veía impulsada por el motor de la venganza. La he disfrutado como lector. Desde luego como cinéfilo; 'El padrino' segunda parte, por ejemplo. Y en el cómic; la famosa novela gráfica 'V de vendetta', en la que la máscara del vengador se ha convertido en icono contra el sistema.

También despierta mi interés la venganza en la vida, en esa realidad que tantas veces parece inverosímil ficción. La del horror mezquino, intimista. La del horror colectivo, irracional, del que se venga de los daños que considera que le ha infligido la sociedad subiéndose a una azotea con un rifle para disparar a cualquiera que se cruce en su punto de mira. O la propia de tragedia de Shakespeare de los padres que se vengaron del país al que odiaban imbuyendo en sus hijos ese odio, lo cual llevó a estos a la cárcel o a la muerte.

Pero mayor interés que el morboso por este tipo de venganzas trágicas y simplistas, me lo produce la venganza que se basa en dejar al descubierto las cloacas del objetivo de la misma. La venganza no es reivindicable, no es buena, nivela al vengador con sus enemigos por abajo -aunque hubo quien dijo que eso no era posible porque los suyos estaban muy abajo, en el sótano y debajo del suelo de tres palmos de cemento-. Sin embargo, la venganza de alto rango digamos entre compañeros, la que tira de la manta, tiene una clara utilidad social y política. Dejando aparte las investigaciones de la Fiscalía anticorrupción, cuánta mierda, robo, apropiación indebida y en definitiva corrupción ha salido a la luz por delación de enemigos que el prócer en cuestión se ha ido echando a la espalda o ha cometido el error de no pagarles debidamente los favores recibidos o demandados. Es decir, derribos por venganza. Y a la contra, ¿cuánta corrupción permanecerá oculta para siempre porque los cofrades se llevan bien, no se pisan los rabos en la hermandad del latrocinio y no habrá motivos para la venganza? Porque si algo funciona bien en España es el principio del Lazarillo de Tormes: sé o intuyo que robas cinco, pero a mí me dejas coger tres. Dejémoslo estar; todos contentos; llevémonos bien y nada de bulla. La base del negocio es que siga existiendo el negocio. La venganza de este tipo es también un plato que se come frío, pero sólo cuando no hay para elegir un buen cocidito hecho con esmero y servido bien caliente.