La huida del primer ministro sirio anticipa la caída de El-Asad
Riad Farid Hijab, que solo llevaba dos meses al frente del Gobierno, deserta a Jordania para convertirse en «un soldado de la revolución»
Actualizado:Las deserciones llegan a la cúpula política del régimen sirio. Apenas dos meses después de su nombramiento, el primer ministro, Riad Farid Hijab, huyó a Jordania junto a su familia y, una vez en lugar seguro, su portavoz leyó ante las cámaras de Al-Yasira un comunicado en el que confesaba su paso a las «filas de la revolución». La cadena catarí aseguró que el político, al que Bashar el-Asad había confiado el mando de un Gobierno orientado a llevar adelante un proceso de reformas tras las elecciones legislativas de mayo, cruzó la frontera con apoyo de milicianos del Ejército Sirio Libre (ESL) dejando atrás toda una vida consagrada al partido Baaz.
Desde Amman, el ministro de Estado jordano para Asuntos de Medios, Samih Maaytah, declaró a la agencia oficial Petra que «hasta el momento no tenemos información oficial sobre este asunto» y pidió un margen de tiempo para aclarar la situación antes de dar una respuesta sobre el paradero del exdirigente sirio, la figura política de más alto nivel que abandona a El-Asad. La Casa Blanca, por su parte, afirmó que no duda de que el ex primer ministro haya desertado. Su portavoz, Jay Carney, consideró que este suceso es otra señal de que el régimen sirio «se desmorona desde adentro».
El círculo se estrecha sobre un presidente al que Irán tratará de echar el penúltimo cable en una conferencia que se celebrará en Teherán y donde se darán cita los ministros de Exteriores de «los países más influyentes de la región», según la agencia Mehr, «para buscar una solución al tema sirio».
Hasta ahora no se habían producido deserciones significativas en el plano político, apenas un puñado de diplomáticos ha abandonado al régimen en los 17 meses de revuelta. Entre los militares, la situación es diferente y el ESL se nutre en gran medida de los hombres que dan la espalda al Ejército.
«Régimen terrorista»
«Hoy anuncio mi deserción del régimen terrorista y asesino, y anuncio que me sumo a las filas de la libertad y de la dignidad de la revolución. A partir de hoy soy un soldado en esta revolución bendita», rezaba el comunicado de Hijab, un hombre fuerte del partido único que rige los destinos de Siria y nacido hace 46 años en Deir Ezzor, provincia fronteriza con Irak con importante presencia opositora. Su portavoz -identificado como Mohamed Aetri- anunció que, en los próximos días, pondrá rumbo a Catar. El hasta ahora primer ministro pertenece a la élite suní que respalda al régimen, al igual que el general Manaf Tlass, que desertó el mes pasado, y al que muchos ven como el hombre ideal para liderar el proceso de transición.
Su carrera política está marcada por su labor como gobernador en Qneitra y Latakia, de donde dio el salto al Damasco en febrero de 2011, como parte del nuevo equipo introducido por El-Asad para intentar calmar las primeras protestas que estallaron en el país. Funcionarios que han trabajado en su entorno destacan su «proximidad al ciudadano», especialmente durante su periodo al frente del Ministerio de Agricultura en el que, pese a la situación de violencia, viajó por todas las provincias.
Pocos minutos antes de que Al-Yasira hiciera público el comunicado de Hyjab, los medios oficiales sirios anunciaron que el presidente había decidido destituirle de su cargo. El-Asad ascendió automáticamente a Omar Ghalawanji, hasta ahora viceprimer ministro, y como lleva ocurriendo durante los últimos 17 meses trató de dar una imagen de normalidad a través de sus canales, que ayer volvieron a sufrir un atentado.
Esta vez fue en la sede central de la televisión pública donde una bomba explotó en la tercera planta a primera hora de la mañana, cerca del despacho del director. Hubo tres heridos, pero no se detuvo la emisión en ningún momento. El ministro de Información visitó el lugar tras el ataque y acusó a Arabia Saudí y Catar de estar detrás de los responsables de una acción que «no logrará silenciar la voz de los sirios». Por un día, la deserción del primer ministro eclipsó los incesantes combates en Alepo y los barrios del extrarradio de Damasco.