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La casa Lazaga sigue sin contener ningún tipo de uso, ni siquiera hay expectativas para su apertura en un futuro. :: CARLOS CHERBUY
SAN FERNANDO

Las exigencias de Cultura se convierten en un freno para revitalizar el centro

Varios proyectos empresariales han caído en saco roto porque sus promotores no pueden cumplir los requisitos para hacer obras en los edificios

CARLOS CHERBUY ,
SAN FERNANDO.Actualizado:

La remodelación de la calle Real ha servido para que los isleños se den cuenta de las posibilidades y la repercusión económica que puede tener esta reforma en el futuro de San Fernando. Un paso importante para un cambio de modelo basado en el sector servicios, pero que aún hay que matizar.

Y es que aunque cada vez son más los que aprovechen el amplio espacio para caminar que ofrece la vía y disfrutar con sus terrazas, aún falta que surjan empresas motoras que por sí sola atraigan a personas.

No hay ninguna firma de renombre que se haya decidido por apostar y abrir una de sus tiendas en la calle Real, lo que no quiere decir que no haya habido interés. Sin embargo, n este respecto se encuentran con una serie de inconvenientes que van más allá de la movilidad o acceso al centro de San Fernando, cumplir los estándares de Cultura. Mientras en otras ciudades las grandes superficies han sido capaces de adaptar edificios históricos a sus necesidades y a pesar de la protección en San Fernando parece una tarea difícil, o al menos poco rentable.

El ejemplo más claro se encuentra en la casa Lazaga. Este inmueble es actualmente buque insignia del olvido, de la falta de mantenimiento y el deterioro. Y todo porque los empresarios interesados en montar allí un hotel no son capaces de conseguir que el proyecto se adapte a sus necesidades económicas y las protecciones que le impone Cultura. Un ejemplo que ilustra perfectamente estos problemas se encuentra por ejemplo en las puertas. Hay algunas que no están adaptadas para el paso de persona con movilidad reducida, por lo que para construir el hotel se pretenden agrandar, pero Cultura no lo permite, por lo que el hotel no cumple con ese estándar tan importante de calidad.

Intenciones fallidas

Otro empresario mostró su disposición para montar una cadena de comida rápida de hamburguesas en uno de los edificios actualmente abandonados de la plaza del Rey. Contaba con financiación suficiente y el visto bueno de la franquicia para abrir en ese lugar, pero la intención era hacerlo en un edificio protegido. Cultura tenía que dar el visto bueno y no accedió a la revisión de las alturas de las plantas, algo que para la franquicia resultaba esencial (de modo que no haya diferencias entre sus establecimientos). Tras un tiempo el empresario se aburrió y se llevó el proyecto a otro lugar.

En la mayoría de casos no se quiere modificar la fachada, al contrario se pretende mantener y rehabilitar. Es el interior el que se busca adaptar para que sea posible la actividad. Y ahí se encuentra con la negativa de Cultura. El problema es que tras varios años ambos edificios continúan deteriorándose sin que nadie se haga cargo de sus necesidades de mantenimiento y al menos que se encuentre un uso adecuado para ellos, comenzarán a presentar problemas de estructura.

Una disyuntiva en la que se encuentran varios inmuebles de la ciudad que esperan ser rescatados y abrir de nuevo sus puertas. Claro que ahora es una época complicada para realizar apuestas por parte de los inversores, menos aún si hay varias exigencias que comprometen el presupuesto fijado.