FÚTBOL

El aliado de Neymar es el increíble Hulk

Son la luna y el sol. El tanque del Oporto no tiene regate, solo disparo. Derriba rivales para que la estrella luzca su técnica exquisita

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El apodo se lo ganó a pulso. Su potencia es increíble. Se parece a Hulk en todo. Está cuadrado. Es más ancho que alto. Cuando sus hombros giran en el área para encontrar hueco a su trallazo infernal, los defensas vuelan por los suelos. Un codazo de Hulk te deja doblado dos días, comenta Marcelo con la sonrisa por montera. Algunos dudan de que pueda prolongar muchos años su carrera, dada su corpulencia. Acaba de cumplir 26 años. Los que indican esas cosas no saben que este chico, Givanildo Vieira de Souza, nacido en Campina Grande, es un superviviente de la negritud más fuerte. Más dura. Es una roca. Penetra por la banda derecha como un tren y atrae a los defensas. Para Neymar es una bendición en la selección olímpica brasileña. El oro depende de los dos. Si uno arrasa, el otro sentencia.

Es, en efecto, un futbolista increíble este Hulk. Imprescindible para que la estrella menuda de Brasil luzca su calidad en los regates, las internadas y los disparos colocados. Ambos juegan en la línea de medias punta, junto a Óscar, que también se beneficia de la fuerza de Givanildo.

Hulk es extraño. Es un tanque ofensivo que puede actuar de extremo con similar rendimiento. Menezes le utiliza en estos Juegos como interior derecha, para romper a la retaguardia enemiga, descabalgarla y conseguir que Neymar y Óscar se desmarquen con facilidad y toquen el alón decisivo. Pato o Damiao, dos delanteros a elegir, disfrutan igualmente con la eficacia de molinillo de Givanildo.

La carrera de este armario empotrado es, cómo no, increíble. Comenzó a jugar en el Esporte Clube Vitoria, de Salvador de Bahía. Los japoneses vieron su potencial y el Kawasaki Frontale le pidió cedido en 2005. Como era pobre y no tenía padrinos en el fútbol brasileiro, en Japón se quedó tres años. Fue prestado posteriormente al Consadole Sapporo. Hulk cuenta su vida: "Allí era el único negro en la ciudad". Se sintió un personaje especial. Reconocido por donde iba. En 2007, fue prestado de nuevo, esta vez al Tokio Verdi. Y saltó de nuevo al Kawasaki. Y regresó al Verdi. Marcó 69 goles en esos tres años. Fue la figura de cada club. Por fin, el Oporto se dio cuenta. Givanildo era, nunca mejor dicho, un diamante en bruto. Le contrató en 2008. Ha sido su referencia ofensiva desde entonces, junto a a Falcao, traspasado en 2011 al Atlético.

En 2010 la fuerza del "increíble" se hizo patente con los puños. Se encontró con los jugadores del Benfica al acabar un partido y se liaron a golpes. Le sancionaron con cuatro meses. Se rebajó el castigo a cuatro partidos. En 2011, los golpes los dio en el césped otra vez: ganó la Europa League, la Liga y la Copa portuguesas. Así le quiere Neymar, que deje noqueados a las adversarios con goles y con músculo. Amvos buscan el oro por la fuerza.