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Traian Basescu se dirige a los medios de comunicación después de conocer que continuará en el cargo. :: D. MIHAILESCU / AFP
MUNDO

La alta abstención salva a Basescu para seguir al frente de una dividida Rumanía

El 87% de los votantes apoya la suspensión del presidente en un referéndum inútil, debido a la bajísima participación

R. C
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Nadie puede con Traian Basescu. Por segunda vez en cinco años, el presidente de Rumanía superó el domingo un referéndum de destitución. Pese a que el 87% de los votantes apoyaron su suspensión, el índice de participación fue insuficiente para validar la consulta (apenas alcanzó el 46% del censo, cuando la Constitución exige un 50%) y continuará en el cargo hasta las elecciones de 2014.

De esta forma fracasa el intento del primer ministro Victor Ponta (líder de la coalición de socialdemócratas y liberales) para quitar del medio a Basescu (centroderecha). El actual Ejecutivo -que lleva tan solo tres meses en el poder- ha mantenido una guerra abierta con el inamovible jefe de Estado, adalid en la sombra del Gabinete anterior, y tras la consulta del domingo parece que no se van a calmar los ánimos.

«No tenemos nada que hablar con un hombre al que han rechazado los rumanos», zanjó Ponta al conocer los resultados. En su opinión, Traian Basescu «ha dejado de ser el líder del país» y por eso exigió su inmediata dimisión.

El presidente sale visiblemente debilitado del referéndum con una victoria pírrica, ya que una participación cuatro puntos mayor habría puesto fin a su mandato. En 2007 (cuando tuvo que hacer frente a su primer plebiscito, al ser acusado de abusos legales), los ciudadanos le respaldaron de forma masiva y salió fortalecido. Ahora su vuelta al palacio de Cotroceni (la residencia presidencial) se presume complicada, ya que -como él mismo admitió ayer- la sociedad rumana está claramente fragmentada como consecuencia de la batalla política.

Los primeros mensajes de Basescu fueron conciliadores, porque aseguró que se dedicará a «promover la reconciliación» hasta que en 2014 concluya su segundo y último mandato. Así cumplía los deseos de Bruselas, que ha contemplado con gran preocupación todo este proceso.

Sacar pecho

Pero el presidente rumano no tardó en exhibir el carácter populista y fanfarrón que le caracteriza desde que comenzó su carrera política. Inmediatamente sacó pecho y afirmó que los resultados demuestran que el pueblo «ha rechazado el golpe de Estado» promovido por un Gobierno y un Parlamento que considera «ilegítimos».

Previsiblemente, la confrontación irá en aumento hasta que se celebren los comicios legislativos el próximo otoño, en los que la coalición de socialdemócratas y liberales parte como favorita. Pese a las urgencias económicas de Rumanía -en los próximos días recibirá una nueva e importante visita del Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea para evaluar la situación-, la inestabilidad política impera en el país y la división ha provocado que cuatro mandatarios hayan ocupado el puesto de primer ministro en el último medio año.