De necios
Actualizado: GuardarQuevedo dice que esconder la verdad es de necios: «Pues amarga la verdad / quiero echarla de la boca / Y si al alma su hiel toca / esconderla es necedad».
No sé si lo que necesitamos es un gran acuerdo, un pacto o un Gobierno de concentración, o quizá uno de principales meritorios con o sin carné. No perdamos el tiempo: el que tenemos no vale para gestionar miseria y dificultad. El Ejecutivo está sobrepasado en su propia limitación. Los Mato, Soria, Montoro y demás no pueden lidiar este toro bronco que en contra de todas las leyes de la tauromaquia política no hace caso de la muleta que Rajoy le pone frente a los ojos. En ese trapo Guindos escribe una situación económica que los mercados no creen. Ahí están puestos unos fundamentos económicos que Alemania ignora, Francia no traga e Italia teme. Quizá haya llegado el momento de asumirlo con una cierta serenidad: la salida pasa por el rescate. Pasa por asumir con urgencia la verdad, aunque amargue en nuestras bocas.
Esta sangría no la detiene un Gobierno que ha tirado por la borda toda la frescura que trajo tras ganar las elecciones. Hace dos días un diputado del PP decía que él no puede entender cómo su Gobierno no tiene un plan B para lo que está pasando, y un C para lo que podría pasar. Este lenguaraz diputado dice que siente con los suyos la misma desazón que sentía con Zapatero, y que la única diferencia es que antes no se callaba y ahora sí.
Luis de Guindos, acaso junto a Gallardón y Ana Pastor, el único ministro con verdadero fuste para estar en un Gobierno y en este momento, ha vuelto de su periplo sin convencer a los ministros de Economía y Finanzas de Alemania y Francia.
Hoy los mercados nos tratan con el desdén que usaron con griegos, portugueses e irlandeses. Quién puede creer en un país cuya Bolsa pierde en cuatro días el 10% y el 30% desde enero. Quién en un país con sus autonomías quebradas y la gran Cataluña pidiendo el rescate, y Murcia, y Valencia y… Quién en un Gobierno que embiste contra el presidente del BCE porque no compra nuestra deuda y lo culpa de nuestros males. Quién en un país cuyos Gobiernos alimentaron y permitieron el desastre de sus cajas; quién en un Estado con tres autonomías que llevan a los tribunales los ajustes aprobados en el Parlamento. Quién en tipos que han dirigido el Banco de España y dicen eso de que la autocrítica es cosa de la Inquisición y del comunismo. ¡Y no se les cae la cara de vergüenza! Pero a quién queremos engañar. Y encima el Café Gijón en Madrid amenaza con cerrar. ¿Adónde irá uno a llorar sus penas vespertinas?