La imagen distribuida por la cadena de noticias opositora Shaam muestra la destrucción del distrito de Qusur, en Homs. :: AFP
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Alepo se prepara para una batalla crucial

Miles de civiles huyen de la capital económica siria ante el temor de que las fuerzas leales al régimen lancen sobre ella «una gran ofensiva»

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Los dos bandos que pelean en Siria concentran fuerzas en Alepo. Durante la última semana la capital económica del país ha eclipsado a Damasco y se ha convertido en el punto más importante de Siria, el lugar cuyo control puede significar un punto de inflexión en las aspiraciones de unos y otros. Miles de civiles han huido desde el inicio de las hostilidades entre el Ejército Sirio Libre (ESL) y las fuerzas de Bashar el-Asad que, tras sofocar el levantamiento en Damasco, ahora reúnen efectivos en torno a Alepo para intentar recuperar el control total de la ciudad y sus barrios periféricos. Con este movimiento se debilita su presencia en las zonas rurales de las provincias del norte, muchas de ellas bajo control del ESL y de grupos armados kurdos.

Pese a la huida masiva de civiles, desde Washington alertaron de que la operación militar sobre Alepo, para la que El-Asad moviliza tanques y helicópteros, puede causar una «masacre», opinión compartida por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que pidió al régimen «la suspensión de la ofensiva» sobre la ciudad. El diario sirio 'Al-Watan' calificó la situación como «la madre de todas las batallas» y destacó la presencia de «aproximadamente 12.000 yihadistas» venidos de países como «Libia, Túnez, Egipto y Afganistán», que habrían obtenido armas en Turquía. La prensa oficial siria acusa a Ankara de buscar «la caída de Alepo en manos opositoras» como paso indispensable en su estrategia para el colapso del régimen.

La guerra sobre el terreno avanza y el general Robert Mood, jefe saliente de la misión de Naciones Unidas, declaró a su llegada a Oslo que «es solo cuestión de tiempo que un régimen que emplea tanta artillería pesada y violencia desproporcionada contra población civil termine cayendo». Mood confesó que «mucha gente piensa que con una salida digna para Bashar el tema terminará, pero no es tan simple. La situación podría incluso empeorar». Unas palabras que le tocará explicar ante las autoridades sirias a su sucesor, el senegalés Babacar Gaye, que tiene de plazo hasta el 19 de agosto para intentar reconducir una misión sin apenas operatividad desde mediados de junio debido al deterioro de las condiciones de seguridad. Desde entonces los enviados de la ONU y la Liga Árabe permanecen en sus hoteles. Además de los cascos azules de la ONU, que esta semana han reducido a la mitad su contingente para quedarse en 150 observadores, también el Comité Internacional de la Cruz Roja anunció la «recolocación temporal» en Líbano de parte de su personal expatriado de Damasco y la «suspensión parcial de operaciones» en Alepo, debido al agravamiento de la inseguridad en esta ciudad.

Ejecuciones sumarias

Aunque los cascos azules no pisan apenas la calle, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, aseguró disponer de «informes no confirmados de atrocidades» cometidas en Damasco la semana pasada, entre las que figuran «ejecuciones extrajudiciales y asesinatos de civiles a manos de francotiradores». Pillay detalló el modus operandi de las fuerzas de Bashar el-Asad, que «durante las fases iniciales cortan el suministro eléctrico, el agua y la llegada de alimentos. Después tiene lugar un intenso bombardeo con armamento variado, con un apoyo aéreo cada vez mayor de helicópteros de combate e incluso cazabombarderos. Luego llegan los tanques, acompañados de infantería que van puerta a puerta ejecutando con frecuencia y de manera sumaria a los presuntos miembros de la oposición». Un procedimiento que, según los opositores, podría repetirse en las próximas horas en Alepo.