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Rocío Peña asiste a una de las sesiones de rehabilitación que realiza en el centro CRMF de la ciudad, al que acudió para ser independiente. :: C. C.
SAN FERNANDO

Una vida para superar obstáculos

En el centro isleño las personas encuentran la forma de vencer las limitaciones que les impone el estar sentado en una silla de ruedas Jóvenes del CRMF cuentan su experiencia

C. C.
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Sorprende la tranquilidad con la que cuentan su accidente, la forma en la que recibieron la noticia, su proceso de rehabilitación. Sorprende por la madurez que muestran, porque apenas sobrepasan el cuarto de siglo y a pesar de que tienen toda una vida por delante llena de limitaciones, afrontan cada día con la ilusión de superarse. Cualquiera que cuente sus historias elogiará precisamente eso, su capacidad de superación, pero lo que sorprende es la naturalidad con la que ellos explican su vida.

Rocío Peña y Miloud Hellal no volverán a caminar, son consciente de ello, lo saben, pero también saben que son capaces de enfrentarse a nuevos retos, de sobrellevar sus limitaciones y romper los obstáculos. Y no es ya recurrir como siempre a la metáfora del escalón que es tan sencillo para cualquiera y que para ellos es una odisea, sino que son personas independientes.

Eso es lo que busca el Centro de Recuperación de Minusválidos Físicos (CRMF-Imserso) de San Fernando. Un lugar en el que además de Miloud y Rocío existen decenas de alumnos que buscan labrarse un futuro, porque un trabajo y crear una familia está entre sus sueños.

«Yo vine a España en busca de trabajo y me caí de un segundo piso en Valencia. Ahí comienza una nueva vida. Porque al principio crees que volverás a andar, que te vas a curar y luego te das cuenta que no. Vas a estar en silla de ruedas el resto de tu vida y eso es lo más duro. Esto no se supera nunca, lo que aprendes es a vivir con ello». Porque aunque al final sean referentes de la superación, lo cierto es que lo han pasado mal. Ha sido duro, difícil y complicado, un recorrido tortuoso del que salir no resulta fácil. «Yo no quiero pensar en lo anterior, miro al futuro con lo que tengo y ya está». Rocío va más allá que Miloud y asegura que lo complicado es que «ya has vivido lo otro, sabes lo que es andar la independencia que te da y te lo quitan de un golpe».

Rocío no tenía ni un mes de carné cuando su madre le pidió un favor. Vivía ya con su novio y trabajaba, pero ese recado cambió su vida. «No recuerdo nada el accidente. Sí el despertarme en el hospital y no saber lo que pasó. Luego pensé que mi vida se había acabado porque lo perdí todo. El trabajo, mi novio, no podía hacer nada sola».

Hasta que llega un momento en el que quieren salir adelante y buscan la forma de hacerlo, por ello recalaron en el CRMF. Allí la mayor satisfacción aparece cuando alguien consigue peinarse sin ayuda o coger una cuchara, sin necesidad de que otro se la ponga en la mano. A partir de ahí, ya no hay quien les pare. Miloud es estudiante de Ciencias Empresariales, mientras que Rocío es capaz de conducir un coche. Lo más importante es que son ellos los que ahora se ponen los límites.