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La ONU ordena salir de Siria a la mitad de sus cascos azules
La reducción de los efectivos se explica por «el deterioro de la seguridad y el aumento de los choques entre el régimen y los rebeldes»
Actualizado: GuardarLa mitad de los cascos azules ya están fuera de Siria. Apenas 150 observadores permanecerán en el país durante el mes de extensión del mandato de la misión internacional. Esta es la tarjeta de presentación del nuevo responsable de la fuerza internacional, el senegalés Babacar Gaye, y toda una declaración de intenciones de la esperanza de vida del plan de paz de Kofi Annan. Desde Ginebra explicaron que la reducción responde a «la decisión de reconfigurar los objetivos de la misión y centrarse más en aspectos políticos que en militares»; sobre el terreno el jefe de los cascos azules, Hervé Ladsous, reconoció durante su visita a Damasco que es una decisión provocada por «el deterioro de la seguridad y el aumento de los choques entre el régimen y los rebeldes».
Desde la distancia el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, instó a la comunidad internacional a detener «la matanza», pero sus palabras apenas tienen ya impacto entre las potencias implicadas. La presencia simbólica de la ONU en Siria se ha convertido en el último puente diplomático que le queda a Damasco.
La llegada de cascos azules abrió inicialmente una puerta a la esperanza que la violencia se ha encargado de cerrar. Con la capital bajo control tras el atentado contra la cúpula de seguridad del régimen de la semana pasada, por cuarto día consecutivo se registraron combates en Alepo. La proximidad con la frontera turca hacen de la segunda ciudad del país un objetivo estratégico para la oposición, que informó de que Bashar el-Asad desplazó a un grupo importante de sus hombres desde la frontera hasta Alepo para sofocar el levantamiento.
Fuentes oficiales consultadas por teléfono, sin embargo, restaron importancia a los choques y aseguraron que «la ciudad se encuentra en calma, solo hay incidentes en barrios pobres de la periferia, nada en el centro».
Cierre de fronteras
Los países vecinos sufren las consecuencias de un conflicto que dura ya diecisiete meses. Turquía decidió cerrar sus fronteras con Siria e impide a sus ciudadanos viajar a suelo sirio. A partir de ahora solo «refugiados y hombres de negocios» sirios podrán cruzar por los puestos de control turco. Los novecientos kilómetros de frontera que separan a los dos vecinos se han convertido en el auténtico balón de oxígeno de la oposición, que aprovecha la porosidad de la línea divisoria para recibir armas y dinero.
Líbano, por su parte, instó al Gobierno de Damasco a evitar incursiones y bombardeos en su territorio, después de que 30 soldados sirios hicieran redadas el pasado domingo en varias casas del norte del país.