La última

Será que nos tienen envidia

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Dicen que aquello que no sale en televisión no ha existido. Lo que no circula por internet y no es ‘Trendin Topic’ en twitter, facebook o similar no merece ser conocido. Es como interpretar una maravillosa sinfonía en el desierto, sin que nadie la escuche, como pintar una obra maestra que nunca será vista por unos ojos entendidos, como escribir una novela embaucadora sin que nadir vaya a leerla nunca, que será guardada en un cajón con clave secreta. Todo eso no es cierto.

Existen cosas, hechos, y sobre todo gentes que a pesar de ser desconocidos merecen toda nuestra atención, y sobre todo nuestro respeto y consideración.

El sublime sambódromo en el que se convirtió nuestra Avenida el pasado fin de semana con el concierto móvil de Carlinhos Brown es un ejemplo de ello. El espectáculo por lo que se vio, y sobre todo por los que se sintió, mereció tener un lugar preferente en la lista de los récord. Una ciudad ansiosa de espectáculo y dispuesta a ser gentil con los foráneos supo estar a la altura de las circunstancias en ciudadanía y civismo.

El telediario de la Primera, según dicen el más visto y más plural hasta ahora, no tuvo el domingo una mísera reseña para tal evento multitudinario. Al parecer, el que se puedan concentrar cerca de 300.000 personas en un evento lúdico, cultural y participativo no merece ni siquiera su atención. Eso sí, divulgan a bombo y platillo que en la sierra de Ávila 4.500 personas acudieron a un concierto de música alternativa, y un par de centenares se concentraron en el Parque de la Ciudadela de Barcelona para, a la luz de las estrellas, contemplar estupendas películas de cine de vanguardia.

En este caso no podemos tachar a los medios de manipulación política de ese tendencioso silencio, pues hablamos de administraciones del mismo color. Más bien parece que nos tuvieran envidia.

Envidia de resistir como nadie los envites de la maldita mala racha.

Envidia de saber soportar las tasas de paro más altas de la Unión Europea.

Envidia de que con lo puesto podamos compartir alegrías y penas.

Envidia de que nuestra Bahía sea un hervidero de empresas deseosas de invertir en ella.

Envidia de que no tengamos nada nuestro y de que ofrezcamos nuestra mejor cara a todo el que nos visita.

Envidia de que nuestros jóvenes tengan que emigrar para encontrar un futuro medio regular.

Envidia de que la naturaleza nos haya regalado un lugar único.

Envidia de que nuestra ciudad sea firme candidata a Patrimonio de la Humanidad por merecimientos propios.

Envidia, pura envidia.