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La editora y escritora Esther Tusquets, en una imagen del 2007. :: MITXEL ATRIO
Sociedad

Muere la gran dama de la edición

Gracias a 'El nombre de la rosa' y las viñetas de Mafalda, la editorial pudo abordar proyectos literarios para públicos más minoritarios Esther Tusquets, directora del mítico sello Lumen y escritora tardía, fallece a los 75 años

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Las letras españolas perdieron ayer a una de sus editoras más insignes, Esther Tusquets, quien dirigió el mítico sello Lumen durante cuatro décadas. Mujer a la que se amaba o se temía, como decía su hermano Óscar, esta escritora irreverente, osada y de fuerte carácter nació dentro de una familia de la burguesía catalana que apoyó la dictadura de Franco. Gracias a Lumen los españoles conocieron a través de cuidadas ediciones la literatura de Virginia Woolf, Samuel Beckett, Louis-Ferdinand Céline, Miguel Delibes o Camilo José Cela. Tusquets murió a los 75 años en el Hospital Clinic de Barcelona víctima de una pulmonía, aunque su estado de salud se había deteriorado ostensiblemente a raíz de la enfermedad de Parkinson que padecía.

Tusquets, además, era una excelente escritora. Su vocación despertó de forma tardía y no fue hasta 1978 cuando publicó su primera novela, 'El mismo mar de todos los veranos'. Otras obras suyas son 'El amor es un juego solitario' (1979), 'Para no volver' (1985), 'Siete miradas en un mismo paisaje' (1992), 'La niña lunática' (1996, premio Ciudad de Barcelona 1997), 'El mismo mar de todos los veranos' (1997), 'Con la miel en los labios' (1997) y 'Varada tras el último naufragio' (1998).

Si no hubiera sido por Umberto Eco y las viñetas de Quino sobre las vicisitudes de Mafalda, el sello no hubiera podido editar otras obras para públicos más minoritarios. Fue otro editor señero, Carlos Barral, quien le presentó en 1968 a Umberto Eco, un por entonces desconocido profesor y semiólogo del que Lumen publicó 'Apocalípticos e integrados', un ensayo de obligada lectura para los estudiantes de humanidades. Sin embargo, gracias al bombazo que supuso la publicación en 1980 de 'El nombre de la rosa', la editorial gozó de un alivio económico imprescindible para acometer otros proyectos.

La editora supo cuidar a sus escritores como si fueran amigos. Conseguía la lealtad de los autores no a golpe de talonario, sino a través de su poder de persuasión. Un ejemplo de esta forma de entender la edición es que el anticipo que recibió Eco por la publicación de la novela de ambientación medieval se limitó a 500.000 pesetas. Por eso, si Seix Barral era la editorial rompedora, Lumen era asimilable al «corredor de fondo», según la metáfora que empleó una vez su colega Jorge Herralde.

Lumen nació cuando el padre de Esther, Magín Tusquets, adquirió en 1960 una pequeña editorial de textos religiosos a un familiar, de ahí el nombre del sello, que en su origen tenía por lema 'A Dios por la ciencia'. Su progenitor compró Lumen a cambio de que su hija publicara uno o dos títulos al año. Entonces todo se planificaba en la biblioteca de sus padres, con Esther y su hermano Óscar como capitanes de la nave, ella volcada en la parte literaria y Óscar en el diseño.

Mantuvo una conflictiva relación con su cuñada Beatriz de Moura, responsable de Tusquets Editores y mujer que estuvo casada con su hermano, el arquitecto Óscar Tusquets. El choque de egos envenenó una relación que llevó a ambas a seguir caminos separados en el mundo de la edición. En 1969 se consumó la ruptura: De Moura y Oscar Tusquets fundaron el sello que lleva el apellido del que entonces era su esposo. Con todo, cuando De Moura se separó de su marido, la editora se avino a publicar su novela 'Suma'.

Esta mujer progresista y abierta tuvo, en lo político, un pasado contradictorio. No en balde militó en las filas del falangismo. «Lo hice con absoluta buena fe. Pensé que el falangismo tenía connotaciones de izquierda, hasta que me di cuenta que muchos de sus miembros eran señoritos que amaban demasiado las pistolas y los correajes; entonces me fui», explicaba Tusquets, quien admitía su ingenuidad en ese terreno. «No escogí el mejor camino para hacer política».

Cansada de un negocio que había entrado de lleno en la industria del entretenimiento, Tusquets vendió el 80% del capital de Lumen a Plaza y Janés, ya controlada por el grupo Random House Mondadori, que se hizo con el dominio absoluto en 2001.

En los últimos años se dedicó a escribir sus memorias, entre las que destacan obras como 'Confesiones de una editora poco mentirosa 'o 'Habíamos ganado la guerra'. Con su hermano Óscar, que discrepaba de algunos aspectos vertidos en sus libros autobiográficos, escribió 'Tiempos que fueron', un volumen en el que los Tusquets plasmaron sus «fraternales desencuentros». En su última novela, '¡Bingo!', confesó con humor y ternura uno de sus adicciones más contumaces, la ludopatía. Cuando vendió la editorial a la multinacional, las negociaciones con el representante del conglomerado editorial se fraguaron en una partida de 'bridge'.