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OPINIÓN

Peces-Barba, la bonhomía inteligente

El expresidente del Congreso y uno de los siete padres de la Constitución ha fallecido en Oviedo

ANTONIO PAPELL
MADRIDActualizado:

Pocas personas suscitarán en la hora postrera tanta unanimidad en el elogio merecido. De una brillantez exultante, moderada por su elegante y sincera modestia, Gregorio Peces-Barba, jurista, político, filósofo, polígrafo en la más amplia acepción del término, ejerció un benéfico magisterio en una larga etapa de la vida pública española, durante la cual contribuyó decisivamente al alumbramiento de la Constitución de 1978, presidió las Cortes, impulsó la Universidad -fue el principal promotor y el alma de la Carlos III-, intervino intelectualmente en los diversos recorridos de este país y fue referente constante de bonhomía intelectual, siempre al frente del espíritu conciliador de la Transición, que tuvo en él su más genuino representante.

Las biografías de este eximio personaje recorren este día luctuoso todos los universos mediáticos, por lo que quienes le conocimos reviviremos las distintas etapas de su ejecutoria. Socialista de pro, cristiano crítico –su tesis doctoral fue sobre la filosofía de Maritain-, liberal de talante, fue amigo de todos, y estimuló con su espléndida pluma las distintas y sucesivas circulaciones de este país, poniendo en todo un punto de cordura y de mesura. Obsesionado positivamente con la defensa de los derechos humanos, creó en 2009 una Fundación que lleva su nombre, y que tiene como fin principal incentivar el trabajo de los profesores de Filosofía del Derecho y DD.HH. y fomentar los estudios sobre estas dos materias.

Hombre sobrio y dado a la introspección, fue sin embargo de una accesibilidad plena, siempre dispuesto al servicio público. Padeció persecución durante el franquismo, que lo detuvo e inhabilitó. Fue una de las almas de la publicación “Cuadernos para el Diálogo”, esencial para entender la llegada de la democracia. Se prestó en 2004 a desempeñar el cargo de comisionado para la Atención a las Víctimas del Terrorismo, que le deparó más amarguras que gozos. Y estuvo siempre al lado de los débiles en todos los sentidos. Su ejemplaridad insobornable debe ser hoy referente y modelo para quienes ejercen responsabilidades públicas.

Peces-Barba es, en definitiva, la prueba más palmaria de que no aciertan en absoluto quienes aseguran desde su indignación que todos los políticos son iguales. Por fortuna, ha habido y sin duda sigue habiendo personalidades modélicas que entregan su vida a estimular la inteligencia y a suscitar el sentido de convivencia, la tolerancia bien entendida y el respeto.