El ministro de Hacienda, Cristobal Montoro, durante la comparecencia en el Congreso del 19 de julio. :: ALBERTO FERRERAS
Economia

La proximidad de un rescate acerca la hipótesis de cambios en el Gobierno

Una petición formal de ayuda a la UE dejaría herido de muerte a un equipo económico que no ha respondido a las expectativas

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Si en los próximos días el Banco Central Europeo da un giro de 180 grados a sus principios y a su estrategia y comienza a comprar deuda pública, España habrá salvado el 'match ball' impuesto por los mercados financieros y Mariano Rajoy podrá sacar pecho después de haber doblegado las rocosas voluntades de algunos poderosos socios comunitarios. Sus ministros del ramo económico, Luis de Guindos y Cristóbal Montoro, también podrán hacer lo propio e incluso volver a sonreír en público, como quien acaba de vender en alguna competición. Si, por el contrario, España se ve abocada a pedir el rescate para evitar una suspensión de pagos en la devolución de la deuda pública, la crisis de Gobierno, el cambio de 'entrenadores', se tornaría inevitable a corto plazo.

Esta es, al menos, la hoja de ruta extraoficial que se maneja en el seno del Partido Popular, cuyos máximos responsables prefieren agarrarse a la idea de que el pulso que ha comenzado a echar Mariano Rajoy a Angela Merkel, con la inestimable ayuda de Francia y sobre todo de Italia, tendrá un resultado positivo aunque sea justo al borde de que suene la campana. «La intervención del BCE es la única opción, no hay otra», aseguraba ayer a este periódico un destacado dirigente del PP vasco, alineado con la tesis de que, al final, Merkel aceptará un cambio de rumbo en la estrategia de la entidad que dirige Mario Draghi. En las últimas 19 semanas, la institución epicentro del euro no ha comprado ni un solo bono español, cuya deuda pública ha quedado así a merced de los especuladores que apuestan por un descalabro del Tesoro nacional.

«En estos casos es inevitable establecer un cierto paralelismo con el fútbol -apuntan sin embargo desde la filas del PP nacional- y por ello es lógico pensar que si el equipo no triunfa y las cosas van mal, el presidente del club cambie al entrenador». En el gabinete de Rajoy el término hay que conjugarlo en plural: entrenadores. La sintonía entre Cristóbal Montoro y Luis de Guindos no ha funcionado desde el primer día e incluso con el paso del tiempo se ha hecho evidente que ambos chocan en las fórmulas más adecuadas para superar la crisis.

Organigrama equivocado

No son pocos precisamente los que en el seno del PP consideran que el presidente se equivocó al crear una bicefalia en el equipo económico y asumir él, de forma virtual, el papel de vicepresidente para asuntos económicos. Este modelo de organización ha sido, además, el caldo de cultivo para una desastrosa comunicación del Ejecutivo -nadie sabe quien es el portavoz oficial-, que ha tropezado de forma sistemática con mensajes cruzados y contradictorios sobre la tarea de gobierno y el análisis de la situación.

Los expertos consideran que el Ejecutivo español necesita ganar tiempo, para que algunas medidas que ha adoptado puedan arrojar resultados positivos de forma sostenida en la recaudación o en la reducción del gasto-aumento del IRPF, del IVA o el copago farmacéutico, entre otras- maduren y demuestren su eficacia. De lo contrario, si la evaluación del equipo económico hay que hacerla en los próximos días, la sensación lógica será la de fracaso absoluto. Ni los recortes en el gasto público, ni el proceso de saneamiento del sector financiero o la reforma fiscal han hecho, de momento, otra cosa que situar a España en un punto más profundo de la recesión, al tiempo que ha empeorado la imagen internacional y también la percepción de solvencia que llega a los mercados financieros.

Una figura emergente

En este caldo de cultivo comienzan a surgir voces en el seno del Partido Popular que, para el peor de los escenarios, el de la petición de un rescate, dan por «inevitable» la necesidad de un relevo y también un cambio en el organigrama del Ejecutivo, para recuperar la figura del vicepresidente para asuntos económicos. Un error del presidente en la formación de su gabinete que solo puede repararse si se aprovecha para ello una crisis de Gobierno. Y en ese escenario, apuntan fuentes solventes, ha comenzado a ganar enteros la figura del actual ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, que en los últimos días no ha dudado en ejercer como portavoz del Ejecutivo para criticar la actitud del Banco Central Europeo y reclamar un papel más activo en apoyo a España.

«Tiene la formación adecuada, es muy apreciado en las filas del partido y conoce mejor que De Guindos o Montoro las claves de la Unión Europea donde, además, es muy respetado después de haber sido europarlamentario en varias legislaturas», apuntan fuentes del PP. «Es -concluyen- una opción mucho mejor que la de aceptar que la UE te imponga a un tecnócrata sin visión política».