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Arriba, un trabajador en plena saca del corcho golpea con el hacha para extraer la corteza del alcornoque en una dehesa cacereña. A la derecha, un remolque lleno de planchas de corcho. :: D. V.
Sociedad

El viejo arte de extraer el corcho

España representa el 30% de la producción mundial con una facturación de 350 millones gracias a los tapones de botellas Cada nueve años se obtiene de los alcornoques con una técnica manual

DAVID VALERA
CÁCERES.Actualizado:

El descorche de una botella produce un sonido evocador. El ruido se asocia a celebraciones, momentos solemnes o institucionales. Escenas lúdicas y festivas, pero también románticas y familiares. Sin embargo, un gesto a priori tan insignificante que tan solo dura unos segundos supone el final de un proceso iniciado muchos años antes en los alcornocales de los campos españoles.

«De los cien mejores vinos del mundo el 99% usan un tapón de corcho. No hay un cohete que salga al espacio que no tenga corcho como aislante», explica Ramón Santiago, doctor Ingeniero del Monte de IPROCOR (Instituto del Corcho, la Madera y el Carbón Vegetal). Y es que este material se usa incluso en obras de arte como la Sagrada Familia, donde el pavimento de los suelos de la cripta es de corcho. España es, junto a Portugal, una auténtica potencia en esta industria. De hecho, produce 88.400 toneladas de corcho que representan el 30% de la producción mundial. La materia prima se encuentra en Andalucía, Extremadura y Cataluña. En total, en España hay 506.000 hectáreas de alcornocales (el 25% del mundo). La facturación del sector supone 350 millones de euros. Pero para llegar a esas cifras antes hay que obtener el material.

Florentino García golpea con su hacha la corteza del alcornoque. Lo hace con seguridad. Es un veterano. Lleva décadas realizando este trabajo. En realidad la forma de extraer el corcho no ha variado mucho desde hace siglos. El proceso es manual para no dañar el tronco del árbol. Sin más herramienta que un hacha. «Los primeros golpes son de tanteo. Para ver cómo se encuentra la corteza», explica Florentino.

Poco a poco, las láminas de corcho se van desprendiendo. Es importante que no se rompan, pues cuanto más grande sea más aumenta su valor. En unos pocos minutos la operación termina y el tronco del árbol muestra un color rosáceo. Está desnudo. Pasarán nueve años hasta que recupere su corteza y esté lista para volver a ser extraída. Florentino y su ayudante -los trabajos se hacen por parejas- se dirigen a su próximo objetivo. Junto a ellos otros, 40 temporeros trabajan en la cacereña finca Los Palomares, que cuenta con 6.000 alcornoques. Su horario es de siete de la mañana a dos de la tarde por 60 euros al día. Pero la crisis también les afecta. En los tiempos de bonanza cobraban 90 euros. En el sector existen unas 150 empresas que dan trabajo a 2.000 personas.

La saca del corcho se realiza en los meses de verano porque es cuando la corteza del árbol es más propicia para desprenderse. Cada alcornoque dará a lo largo de su vida unas 14 o 15 sacas en sus más de 150 años de vida. Pero la extracción del corcho es un proceso largo. Se necesitan al menos 25 años para realizar la primera saca en un alcornoque. Además, este primer corcho, denominado 'corcho bornizo', es muy irregular y de una dureza difícil de trabajar. Se utiliza como aislante o en pavimentos, pero no como tapón. Nueve años después -el tiempo que necesita la corteza para regenerarse- se realiza una segunda saca cuya corteza aún no tiene la calidad suficiente. Es a partir de la tercera cuando el corcho ya está preparado para destinarse a las botellas.

Tapones

Y es que los tapones de corcho son el producto estrella de esta industria. España produce 3.000 millones de tapones. Su exportación supone logra una facturación de casi 100 millones de euros. Los principales destinos son Francia, Portugal e Italia. El mercado europeo representa el 80% de las exportaciones. Sin embargo, la batalla por cerrar una botella es feroz. El aluminio y el plástico también compiten con fuerza gracias a los tapones de rosca y el corcho sintético.

«Nuestros rivales no tienen la ventaja medioambiental del corcho», explica Sergi Sabriá, portavoz de CORK, la patronal del sector. Los alcornocales forman un ecosistema fundamental para cantidad de especies. Actúan como barrera a la desertificación y permiten la conservación del suelo. Pero además, recientes estudios demuestran que el corcho retiene más CO2 del que emite. Concretamente 234 gramos en el caso de un tapón natural. También es un producto reciclable fácilmente. «En el siglo XXI el sector del corcho se ha puesto al día», concluye Sabriá.