El verano del Doce
Actualizado:Todos tenemos recuerdos de verano. Cuando somos pequeños estos meses nos parecen una eternidad pero ya de adultos pasan los días a un ritmo frenético entre el anhelo de las vacaciones y el estrés de retornar a la rutina. En Cádiz el verano es 'el estío de la marmota' y transcurre entre la playa, algún que otro concierto y la cita clásica de cada año, la de las barbacoas del venido a menos Trofeo Carranza. Pero esta vez, y pese a todas las adversidades, el Bicentenario se abre paso para adornar estos meses, para tratar de hacernos disfrutar de algo más que la oferta ordinaria, para intentar convencernos de que hay algo más que crisis y recortes. No sé si este verano del Doce calará lo suficiente como para que lo recordemos de forma especial. Seguramente cada uno de nosotros tendrá sus propios motivos. Pero lo que sí tengo claro es que se trata de una nueva oportunidad para que ofrezcamos lo mejor de nosotros. Para que Cádiz se venda al turismo no sólo por sus playas sino también por la profesionalidad de sus gentes, de sus servicios. La hostelería y el comercio están obligadas a dar la talla de verdad, sin excusas, sin negatividad. De nada sirve que no escudemos en las rencillas que surjen por lo que queremos hacer pero no nos dejan. A quien tiene su negocio propio en Cádiz le pediría que por una vez no pensara en las dificultades y en el escaso respaldo municipal. Al comerciante, al hostelero, le invitaría a que trabajara con previsión y pensando en el futuro, en los que vienen detrás. En estos días no vale aferrarnos al más que justificado hastío generalizado. La capitalidad iberoamericana del Carnaval y la Gran Regata nos brindan la oportunidad de resarcirnos, de levantar un poco la cabeza.
No me gustaría recordar este verano del Doce como aquel que pasó sin pena ni gloria, ni que se repitiera la estampa del pasado 19 de marzo cuando muchos tiraron de bocadillo y otros se marcharon sin comer porque no había dónde sentarse. Está claro que el consumo ha caído, pero los comercios y los bares deben tener en cuenta en sus estimaciones que, aunque finalmente solo sean sus paisanos los que llenen sus locales, estos siempre colman cualquier previsión.