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MUNDO

Estados Unidos toma el pulso al nuevo Egipto

Washington se esfuerza por equilibrar el respaldo a los militares y el acercamiento a la presidencia islamista

PAULA ROSAS
EL CAIRO.Actualizado:

Hillary Clinton ha tardado solo dos semanas desde la investidura de Mohamed Mursi en estrechar, y en su propia casa, la mano del nuevo presidente egipcio. Si puede considerarse que la urgencia de las visitas oficiales refleja de alguna manera el peso que los países dan a las relaciones bilaterales, Washington no ha querido sembrar dudas: Egipto es fundamental para su estrategia de política exterior en la región y hay que aprender a llevarse bien con sus recién estrenados dirigentes islamistas.

Estados Unidos ha perdido con Hosni Mubarak a un aliado fiel en Oriente Próximo y debe ahora llevar a cabo un delicado equilibrio entre la junta militar, con la que tradicionalmente ha mantenido excelentes relaciones y que recibe cada año 1.300 millones de dólares (1.060 millones de euros) de ayuda norteamericana, y los Hermanos Musulmanes, que han conseguido sentar a Mohamed Mursi en la presidencia y que ostentan la legitimidad de los votos, pero de los que Washington ha desconfiado durante décadas por sus sentimientos antiisraelíes y su discurso moderadamente antiamericano.

A pesar de esta retórica, la cofradía ha mostrado algo más que interés por conseguir una colaboración fluida con EE UU. Los contactos durante el año pasado fueron constantes, y varias delegaciones de la hermandad viajaron a la capital americana para reunirse con funcionarios de la Administración. En sus primeros discursos, no obstante, Mursi ha dejado claro que el nuevo Egipto buscará una relación más «equilibrada» con sus socios, a los que quiere tratar de igual a igual.

Preservar la estabilidad

La Administración estadounidense, sin embargo, quiere salvar a toda costa una relación que considera fundamental para mantener la paz y estabilidad de la región. «Su principal interés ahora es aguantar el temporal y capear la nueva situación lo mejor posible», confían fuentes diplomáticas occidentales a este diario. «Su gran miedo es que pueda ocurrirles como en Pakistán, donde se retiraron y luego se han arrepentido», aseguran.

Estados Unidos empezó con el pie cambiado su relación con el nuevo Egipto. Para muchos egipcios, las manifestaciones de apoyo de Washington a los revolucionarios que pedían democracia durante la revolución fueron tímidas y algo tardías. El cambio se había producido demasiado rápido y no había una estrategia clara sobre cómo podía EE UU adaptarse a las circunstancias para apoyar esos principios democráticos salvaguardando a la vez sus intereses en la región, especialmente el acuerdo de paz con Israel en un entorno con una opinión pública fuertemente antiisraelí y suspicaz respecto a las intenciones de Washington.

EE UU, como millones de egipcios, confió en los militares para que lideraran la transición, e hizo aparentemente la vista gorda con algunos de los abusos que ha cometido el Ejército desde la caída de Hosni Mubarak, como el caso de las pruebas de virginidad o el uso de la fuerza letal contra los manifestantes. Pero a principios de año las relaciones llegaron a su momento más bajo con el arresto de un grupo de trabajadores de derechos humanos en El Cairo, entre ellos varios estadounidenses.

El hecho de que el mes pasado tanto Hillary Clinton como el titular de Defensa, Leon Panetta, presionaran a la junta militar para que reconociera la victoria de Mohamed Mursi en las elecciones y respetara las reglas de la democracia podría verse como un signo del cambio de los tiempos.

Condiciones al Ejército

Al mismo tiempo, cada vez son más los egipcios y estadounidenses que opinan que Washington debería poner condiciones a la ayuda que ofrece anualmente al Ejército del país para que se respeten los principios democráticos, o incluso plantearse modificar el destino de esas ayudas.

«Ha habido un vigoroso debate dentro de la Administración sobre cuál es la mejor manera de acercarse a Mursi y sobre cómo hacer uso de la ayuda de EE UU», escribe Jackson Diehl, editorialista de 'The Washington Post'. Los estadounidenses podrían condicionar el apoyo para que Egipto consiga un préstamo del Fondo Monetario Internacional a que el nuevo presidente respete los derechos de las mujeres y las minorías religiosas y la paz con Israel.