Miembros de la oposición armada en Siria, durante un ejercicio de entrenamiento realizado a las afueras de la provincia de Idleb. :: AFP
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Siria se sumerge en su ritual macabro

El régimen de Damasco y la oposición se acusan mutuamente de la muerte de más de 200 personas en Tremseh ante la falta de respuesta de la ONU

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Hace menos de una semana que Kofi Annan viajó a Damasco por tercera vez, pero su visita, como el plan de paz, ha vuelto a quedar en evidencia ante la realidad que sufre Siria. Tremseh pasa a formar parte de la sangrienta historia de las revueltas contra Bashar El-Asad. Opositores y régimen coinciden en que se ha producido una matanza en esta aldea próxima a Hama, a unos 200 kilómetros al norte de Damasco, y ambos se acusan mutuamente de estar detrás de la muerte de decenas de personas. La historia se repite y la respuesta de los dos bandos también.

Como si de un ritual macabro se tratara, cada vez que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas tiene en la agenda una cumbre para tratar la situación de Siria, oposición y régimen se acusan de haber cometido una masacre. La misión internacional de observación, suspendida desde el 16 de junio debido a los ataques directos contra los cascos azules, expira el próximo viernes y antes de esa fecha debe decidirse si se amplía o se retira. De momento, los casi 300 enviados de la ONU siguen repartidos en diferentes provincias, documentan los casos que pueden y están mediando con las partes en conflicto para intentar llegar a una solución pacífica, pero no patrullan. «Condeno estas atrocidades en los términos más severos posibles», afirmó Annan en un comunicado, en el que destacó que la presencia del Ejército sirio en Tremseh «es una violación de la garantía del Gobierno de que cesaría en el uso de armas pesadas en centros de población y de su compromiso con el plan de seis puntos».

Annan, que el domingo viajó a Damasco por tercera vez desde su nombramiento para entrevistarse con El-Asad, confesó sentirse «consternado y horrorizado» sobre las noticias que le llegan de esta localidad próxima a Hama, palabras que reflejan la impotencia del diplomático.

Estados Unidos también añadió expresiones de condena por la matanza de Tremseh. El portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, mostró su profunda preocupación por los «constantes actos de violencia contra la población siria» y alertó de que la última «atrocidad» perpetrada por las autoridades de Damasco pone de relieve la necesidad de actuar de inmediato para frenar el derramamiento de sangre.

El pasado 25 de mayo, Hula -una localidad próxima a Homs- encendió las alarmas internacionales con la muerte de 108 personas y las imágenes de los cuerpos de niños ejecutados por fuerzas leales al régimen. El 6 de junio fue el turno de Qubeir, también en la provincia de Hama, donde, según denunció la oposición, 78 personas perdieron la vida. En este caso no hubo imágenes porque el Ejército impidió el paso a los observadores de Naciones Unidas, que solo pudieron entrar 24 horas después de los hechos para testificar que el lugar estaba desierto y las casas, calcinadas.

Tremseh es de nuevo una población suní y el relato opositor acusa a las fuerzas de seguridad de asediar la zona y someterla a un duro bombardeo para posteriormente dar luz verde a la acción de las milicias paramilitares, conocidas como 'shabiha' o matones, escuadrones formados por alauíes, la facción chií a la que pertenecen los Asad. Las imágenes que ha difundido la oposición, que eleva a 220 los fallecidos, muestran una veintena de cuerpos, todos ellos jóvenes varones. La agencia oficial Sana, por su parte, acusa a terroristas de haber matado a «decenas de personas» y de quemar y saquear las casas de la aldea. La respuesta del Ejército fue la intervención a través de una «operación de calidad» en la que lograron causar «bajas importantes en el enemigo» y mataron a «un buen número de líderes» de los grupos armados contra el régimen.

Contra Occidente

Mientras, la ONU debate el futuro de la misión de observación que desplegó en abril y que permanece suspendida debido al deterioro de las condiciones de seguridad. La iniciativa cumple tres meses sobre el terreno y la próxima semana expira un mandato que ha servido para constatar el aumento de la violencia, el nulo respeto al alto el fuego y la falta de libertad de movimientos para la delegación. Los cascos azules no llegarán a Tremseh, pero han podido constatar gracias a sus colaboradores sobre el terreno el uso de «armamento pesado como artillería, tanques y helicópteros» en la zona, como denunció Annan.

El enviado especial de la ONU y la Liga Árabe a Siria insiste en la necesidad de respetar su plan de seis puntos, pero hasta el momento nadie le hace caso. China y Rusia siguen blindando al régimen y no están dispuestas a aceptar medidas punitivas. Desde la oposición, los Hermanos Musulmanes, grupo encargado de organizar la resistencia, ha perdido la paciencia y arremete contra Occidente por no frenar el baño de sangre.