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Un Gentleman del Siglo XXI. / RC
EL PLANETA INGLÉS

Cómo ser un caballero ‘british’ en 2012

La simpatía, la alegría y la excentricidad, señas de identidad que mantienen los ‘gentleman’ británicos del siglo XXI

ALVARO SOTO
MADRIDActualizado:

Mark Hedges es el editor de la revista ‘Country Life’, una publicación con 115 años de historia que, básicamente, se dedica a glosar los placeres ‘british’ más bucólicos: la vida en el campo, la caza del zorro, las carreras de caballos, las granjas, la jardinería… Es decir, la vuelta a un mundo que, en teoría, ha dejado de existir. Sin embargo, Hedges y ‘Country Life’ tienen motivos para la esperanza. No todo está perdido, existe una línea de unión entre la Inglaterra tradicional y reposada de finales del siglo XIX y la globalizada y estresante del principio del XXI. ¿Quién representa esa continuidad? Los ‘gentleman’, of course.

Los dos acontecimientos del año en Reino Unido, el Jubileo de la Reina, celebrado en junio, y los Juegos Olímpicos, que comenzarán el próximo 27 de julio, están sacando lo mejor de los británicos: están saliendo a las calles en alegres celebraciones, charlan con los turistas, vuelven a ser excéntricos pero con medida... En todos esos detalles ve Hedges signos de un retorno a la caballerosidad que fue signo de distinción de los británicos acomodados de hace más de un siglo. “Ser un ‘gentleman’ en 1912 implicaba mucho más que vestirse como tal: había que saber qué caballo corría a las 3.15 en el hipódromo, qué arma usar para cazar elefantes y patos o como patronear un yate”, explica Hedges.

Como ahora, en aquella época, relata el editor de ‘Country Life’, también estaban de moda los tatuajes, que no dolían gracias a una pequeña dosis de cocaína que se suministraba al tatuado. Leer versos en latín y griego, seguir a Rudyard Kipling, tener un perro de raza setter inglés o comer un plato de kedgerre (pescado, arroz y huevo duro) eran los pequeños detalles que distinguían a los hombres distinguidos. Detalles que, un siglo después, pueden perfectamente extrapolarse a estudiar chino mandarín, leer a Antony Beevor, poseer un perro de raza labrador o comer muesli con moras.

¿Sobrevive, por tanto, el ‘gentleman’ en el moderno ciudadano británico?, se pregunta Mark Hedges. Sí, seguro que sí, se responde, aunque a veces cueste encontrarlo porque un caballero de verdad no se proclama como tal ni se pavonea de ello, sino que deja que sean los demás los que vean en él a un ‘gentleman’. Y aquí volvemos a lo anterior. Ser simpático, alegre y excéntrico, o sea, todo lo que los británicos están siendo en este 2012 de celebraciones, es lo que se espera que hagan los caballeros, así que hay un atisbo de esperanza, una posibilidad de recuperar tiempos pasados, aquellos tiempos en los que un caballero colgaba en la pizarra de su club londinense un texto como este, “Quien haya robado mi paraguas, que lo devuelva”, y cuando un colega preguntaba por qué hacía tal cosa, aparentemente con tan pocas posibilidades de éxito, la respuesta era obvia: “Señor, las reglas de este club son para gente noble y caballeros. Y ningún caballero se llevaría mi paraguas”.