El peregrinaje del Códice Calixtino finaliza en la Catedral de Santiago
El manuscrito del siglo XII estuvo escondido durante la tarde del día del robo en el maletero del coche de Manuel Fernández
MADRID. Actualizado: GuardarEstuvo durante casi un año en un garaje envuelto en papeles de periódico y bolsas de basura, junto a una torre de ladrillos. Así lo escondió el presunto ladrón, sin miramientos con una joya milenaria. En cambio, sí los tuvo Ramón Izquierdo, director del museo de la catedral de Santiago de Compostela, que depositó con guantes blancos (así lo marca el protocolo) el Códice Calixtino en las manos del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, encargado de devolver el manuscrito legendario al arzobispo compostelano, Julián Barrio, en una ceremonia celebrada en el Palacio de Xelmírez, una sala anexa al templo.
«Este desenlace ha sido fruto de la profesionalidad y la perseverancia de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado», expresó Rajoy durante el acto de devolución del tesoro medieval. «El Códice tiene propietario, pero todos lo sentimos como nuestro», manifestó el presidente, quien además ofreció al Arzobispado de Santiago que sea el Instituto de Patrimonio Histórico el que realice una evaluación al manuscrito del siglo XII para determinar el estado en el que se encuentra, tras permancer escondido durante más de un año en «deficientes condiciones».
En este sentido también se manifestó el arzobispo de Santiago, que explicó que el Códice no será expuesto al público hasta que no se determine en que condiciones se halla. Durante su discurso, Barrio confesó haber sufrido «días y noches de preocupación», aunque se congratuló por que el desenlace haya sido haber encontrado el manuscrito en buen estado. En la ceremonia también estuvo el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, junto a un nutrido grupo de autoridades y miembros de la sociedad civil y eclesiástica.
A pesar de que el Códice Calixtino ya está de vuelta en su casa, la rocambolesca historia que rodea su robo no deja de arrojar sorprendentes revelaciones, dignas del mejor guion de Hollywood. Ayer se supo que el autor confeso de la sustracción, el exelectricista Manuel Fernández Castiñeiras, guardó el manuscrito durante horas en el maletero de su viejo Xantia. El exempelado de la catedral relató ante los agentes que el día del robo acudió a misa como normalmente hacía, y que fue tras el acto religioso cuando accedió a la estancia donde se hallaba el archivo, con unas llaves que él poseía. Después, y tras tomarse un café y dar su habitual paseo, el trabajor comió con su mujer y a última hora del día acudió al garaje de Milladoiro (La Coruña) en el que había dejado aparcado su viejo automóvil para sacar esta obra y trasladarla.
Un bulto bajo un abrigo
Manuel Fernández fue siempre uno de los principales sospechosos para la Policía, ya que una cámara le captó saliendo de la basílica compostelana ese 4 de julio, ataviado con un abrigo. En las imágenes grabadas, se aprecia «una especie de bulto», que solamente empezó a tomar sentido cuando las sospechas se centraron en 'Manolo', como se le conoce, señaló a Efe una fuente cercana a la investigación del caso.
Fernández relató al juez José Antonio Vázquez que las llaves se las habían proporcionado «los que mandaban allí», que en la Catedral «se dedicaba a robar todo el mundo» y que él se había enterado de esto último «por rumores».
El exelectricista, su mujer Remedios Nieto, y su hijo, Jesús Fernández, permanecen encarcelados en la prisión coruñesa de Teixeiro, aunque ninguno de ellos se ha mostrado proclive a colaborar.