Hillary Clinton saluda al presidente afgano, Ahmid Karzai, durante la conferencia de donantes celebrada ayer en Tokio. :: EFE
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13.000 millones para la paz afgana

La comunidad internacional aporta nuevos fondos al Gobierno de Kabul a fin de avanzar hacia la recuperación

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Una conferencia de donantes más, nuevas promesas, miles de millones de euros sobre la mesa. Las autoridades afganas viajaron a Tokio sabiendo que estaban ante su última gran oportunidad de recaudar fondos antes de la salida de la OTAN en 2014 y lograron un acuerdo de 13.000 millones de euros para los próximos cuatro años y una «ayuda a niveles cercanos» hasta 2017. «Les aseguro que permaneceremos firmes en nuestros compromisos en esta alianza histórica», aseguró el presidente Hamid Karzai, que valoró de forma positiva la disposición de los representantes de 55 países y 25 organismos internacionales de traducir en cifras concretas el compromiso político expresado en la Conferencia de Bonn del pasado diciembre.

Karzai salió económicamente reforzado, pero recibió el habitual tirón de orejas por los escándalos de corrupción que han dilapidado buena parte de las ayudas destinadas en los últimos once años a su país. Para evitar lo que hasta ahora ha sido inevitable, el presidente, cuyo mandato expira al mismo tiempo que la OTAN finaliza su misión, firmó un «marco de responsabilidad mutua» que le obliga a supervisar de cerca el gasto de su administración. Por medio de este acuerdo marco el Gobierno de Kabul se compromete a «mejorar la transparencia, la gestión fiscal, la igualdad y los derechos humanos, además de luchar contra el narcotráfico y celebrar en 2014 unas elecciones presidenciales creíbles, inclusivas y transparentes». Un resumen de todo lo que no ha sido capaz de hacer en el pasado.

El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, calificó el progreso afgano de «frágil». Al mismo tiempo, la secretaria de Estado de EE UU, Hillary Clinton, pidió una «transición irreversible» y por ello calificó la ayuda económica como «el mejor argumento contra la insurgencia, y ello no solo es positivo para Afganistán, sino para toda la región». Esta donación se suma a los más de 3.000 millones de euros aprobados en la cumbre de la OTAN de Chicago para equipar y entrenar a las fuerzas de seguridad locales. Millones y más millones que hacen que el 95% del Producto Interior Bruto de Afganistán lo formen las contribuciones extranjeras, según datos del Banco Mundial, y aumente la sensación de vértigo tras la retirada internacional que ya está en marcha.

«Asesinos profesionales»

Mientras la comunidad internacional y el Gobierno de Karzai cerraban en Tokio un nuevo acuerdo multimillonario de cooperación, las imágenes sobre la ejecución de una mujer a menos de una hora en coche de Kabul sacudía Internet. Aunque oficialmente los talibanes dejaron el poder tras la invasión de EE UU, en 2001, su ley sigue vigente en todo el cinturón pastún del sur del país, como se desprende del vídeo de tres minutos obtenido por la agencia Reuters, que traslada al espectador a las ejecuciones públicas que los yihadistas organizaban en el estadio de la capital durante los cinco años de su emirato.

La joven tenía 22 años, era la esposa de un combatiente talibán y fue acusada de cometer adulterio con un comandante del grupo fundamentalista, por lo que el verdugo le disparó hasta ocho veces con un AK-47 entre los gritos de «¡Dios es grande!» de cientos de espectadores.

El macabro suceso ocurre 11 años después de la caída de los talibanes, con 130.000 soldados extranjeros desplegados en suelo afgano y tras invertir miles de millones de euros en ayudas al desarrollo y al entrenamiento de unas fuerzas del orden locales que tomarán el testigo de la OTAN en 2014. El Ministerio de Interior afgano condenó un acto «antiislámico e inhumano» cometido por «asesinos profesionales», pero su poder apenas sobrepasa los límites de las capitales de cada distrito y no llega a las zonas rurales donde las tradiciones y los insurgentes imponen su ley.