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MUNDO

Fukushima se pudo evitar

El informe sobre la crisis nuclear japonesa asegura que el tsunami no fue el causante de la catástrofe

ZIGOR ALDAMA
PEKÍN.Actualizado:

¿A quién se le ocurre construir una central nuclear en una costa seriamente amenazada por tsunamis? El mundo entero se hizo esta pregunta poco después de que la ola gigante desatada por el seísmo del 11 de marzo del año pasado impactó contra las instalaciones de Fukushima, provocando la peor crisis nuclear desde Chernóbil. Diez expertos independientes han sido los encargados de proporcionar una respuesta a esa pregunta después de haber entrevistado a 1.167 personas relacionadas con el suceso, y su conclusión no puede resultar más devastadora para las clases política y empresarial de Japón.

«A pesar de que el accidente en la planta de Fukushima fue desencadenado por el seísmo, no puede considerarse una catástrofe natural», escribe en el prólogo del informe más crítico hasta el momento el presidente de la comisión independiente que aprobó el Parlamento, Kiyoshi Kurokawa. «Fue un desastre provocado por el ser humano, que podría haberse previsto y evitado», sentencia antes de pasar a relatar la interminable cadena de errores y negligencias protagonizada por políticos y empresarios de Tepco, la eléctrica que opera la central. «Hay que reconocer que este ha sido un desastre 'made in Japan'», añade Kurokawa en referencia a los condicionantes sociales y culturales que se esconden detrás de un comportamiento que deja mucho que desear, y que ha dañado seriamente la reputación del país.

El estudio de 641 páginas detalla los factores que dejaron a la central nuclear «mal preparada» para hacer frente al tsunami y la pésima respuesta posterior que dieron tanto las autoridades como los dirigentes de Tepco. «Traicionaron el derecho de la nación a estar a salvo de accidentes nucleares», dispara el texto.

En primer lugar, los expertos recalcan que desde 2006 todas las organizaciones a las que critica eran conscientes de que un tsunami podía provocar un apagón total en las instalaciones. Sin embargo, aunque no habría sido difícil evitarlo, no se tomaron las medidas necesarias porque Tepco «solo miró por sus propios intereses» y el órgano de supervisión hizo la vista gorda. La propia compañía, que en un informe anterior se eximió de responsabilidad, ha reconocido recientemente que no estaba en condiciones de hacer frente al desastre en Fukushima.

Información

Cuando la tragedia ya era evidente, la actuación de empresa y Gobierno no mejoró. Al contrario. La eléctrica descartó demasiado rápido que el temblor pudiese afectar a los reactores, y los operarios técnicos se vieron obligados a trabajar después en las peores condiciones posibles. Mientras tanto, la información que se proporcionaba al público y, lo que es peor, a los dirigentes del país era opaca y escasa.

Eso podría explicar en parte la lentitud en la respuesta del Ejecutivo, sobre todo a la hora de decretar el estado de emergencia, pero no la confusión que generó entre las autoridades locales, que son las encargadas de coordinar la evacuación de los afectados. «Algunos residentes fueron llevados a zonas con altos niveles de radiación porque no se había facilitado información de control sobre radiactividad». Sin duda, las críticas de los expertos no dejan títere con cabeza. «Esta comisión ha encontrado ignorancia y arrogancia», sentencian.

La crisis de Fukushima continúa, lo mismo que algunos de los errores que la provocaron. Y esa es una gran amenaza para un país que pretende retomar la energía atómica. La comisión asegura que el Gobierno «no está comprometido con la protección de la salud y la seguridad públicas».

Por eso, los expertos piden «profundas reformas» que incluyan una nueva redacción de la legislación nuclear y, sobre todo, que no se lleven a cabo «soluciones cosméticas». «Cambiar a la gente de puesto o renombrar instituciones no va a solucionar nada», sentencia el informe.