Positivo con reservas
La reducción estacional del paro en junio tendrá su revalida en septiembre
Actualizado:El mes de junio redujo en casi 100.000 parados el registro de mayo, siendo el tercero consecutivo en el que se inscribió una cifra menor de desempleados que en el anterior. La sociedad española lleva ya demasiado tiempo a la espera de que la destrucción de empleo toque fondo, por lo que es lógico que el esperanzador dato de ayer fuese inmediatamente aguado por su carácter marcadamente estacional. Aunque la mera constatación de que las expectativas turísticas se sobreponen a un panorama económico deprimido refleja la persistencia de un impulso empresarial capaz de mantener viva la perspectiva de la recuperación junto a compañías líderes que han logrado internacionalizar nuestra economía. Sin el factor estacional junio hubiese incrementado en 18.697 personas el paro registrado. A pesar de todas las reservas que requiere el caso -con casi medio millón de parados registrados más que hace un año- el dato ofrece más vertientes positivas que negativas, sencillamente porque la situación podía haber desembocado en un panorama peor. El problema surgirá si a la vuelta del verano se desploma la estacionalidad, la actividad industrial decrece y los ajustes presupuestarios en el conjunto de las administraciones públicas provocan un nuevo repunte del desempleo. Es esta última perspectiva la que extiende un manto de obligada inquietud respecto a la posible fugacidad de los datos del paro registrado en junio, habitualmente positivos al inicio del verano. La otra estadística del día es que los hogares españoles gastaron durante el primer trimestre de 2012 por encima de sus ingresos, lo que no ocurría desde hace doce años. La pérdida de poder adquisitivo, la reducción salarial, el desempleo e incluso el agotamiento de las prestaciones sociales reducen las posibilidades de ahorro de las personas y familias sin que puedan aminorar en la misma medida sus hábitos de consumo y los compromisos contraídos de antemano. Una interpretación optimista del comportamiento social concluiría que muchos ciudadanos se resisten a admitir que el futuro próximo se presenta aún más aciago. Una lectura más severa de dicha conducta advertiría sobre los riesgos que entraña el voluntarismo en la administración de la economía doméstica.