El regreso del PRI
Actualizado:El triunfo del viejo Partido Revolucionario Institucional (PRI) en México devuelve a uno de los suyos, Enrique Peña Nieto, a la presidencia y es percibido como una especie de vuelta a la normalidad. Pero hay una unánime constatación: nada podrá ser como en los viejos tiempos, los del paternalismo 'revolucionario' que encubría un autoritarismo arcaizante incompatible con la complejidad social mexicana. Peña lo sabe, o parece saberlo, y no debería olvidar que ha sido elegido solo por algo más del 38% de los votantes, que en el Distrito Federal, la llave de la vida nacional, el candidato de la izquierda ha arrasado o que el Parlamento será mucho más plural e incontrolable. Tras doce años de gobierno conservador con el Partido de Acción Nacional, el PRI recupera un poder más fraccionado y distribuido que nunca y eso no es malo. El sistema constitucional es tan presidencial que el jefe del Estado es visto como poco menos que un rey absoluto, pero esa percepción debe morir con una elección que reparte juego y normaliza del todo la vida política mexicana tal y como parece desear una mayoría abrumadora.