BARCOS DE PAPEL
Actualizado:Que viene el lobo. El clásico infantil de Pedro el pastor se ha hecho realidad en los astilleros de la Bahía. Después de seis años a pleno rendimiento, las plantas gaditanas de Puerto Real y San Fernando se encuentran vacías y con un futuro incierto. Recuerdo al presidente del comité de empresa de La Carraca, José Antonio Oliva, cuando en 2008 llamaba la atención a la dirección de Navantia para buscar nuevos contratos y meter la cabeza en el sector civil. Fue el 'Pepito grillo' de la época de bonanza advirtiendo de la necesidad de atar nuevos acuerdos que permitieran alargar la vida de los astilleros más allá de 2012.
Cuando Oliva y los suyos reclamaban ante la Subdelegación de Gobierno más carga de trabajo, las factorías de la Bahía tenían asignada la construcción de 14 barcos, dos de ellos civiles, y hasta se pudieron permitir el lujo de rechazar el proyecto del tercer catamarán para el Consorcio de Transportes de la Bahía. Sin embargo, a Navantia le ha ocurrido como dice la letra de la Canción del Pirata de Martínez Ares que 'haciendo barcos de papel los años pasaron volando'. Y tanto que han pasado.
La situación que sufren las tres plantas gaditanas no es precisamente la de un cuento de hadas. La compañía ha contado con cuatro presidentes desde su última reconversión. En 2004 se extinguía Izar y nacía Navantia con Juan Pedro Gómez Jaén a la cabeza. Los astilleros públicos, concentrados en La Bahía de Cádiz, Ferrol y Cartagena, cambiaban el rumbo e iniciaban una nueva época con abundante carga de trabajo gracias a los acuerdos que logró el Gobierno con Venezuela, a la inversión de Defensa y a los contratos con Noruega y Australia. Gómez Jaén vivió de esa renta hasta su cese en 2009.
Se echa ahora en falta una mayor proyección comercial en los años de gestión de Gómez Jaén. El testigo lo recogió Aurelio Martínez, que venía del Instituto de Crédito Oficial, y su visón de la empresa fue más ambiciosa si cabe que la de su antecesor. Tenía muy claro que la viabilidad de los astilleros pasaba por una importante acción comercial en el extranjero que permitiera garantizar el futuro de una empresa que entonces acumulaba más de 55 millones de euros en pérdidas.
Martínez puso a Navantia en la órbita internacional, pero su mandato fue corto. A los dos años, el Gobierno lo envió a pilotar la privatización del 30% de Loterías del Estado. Su puesto lo asumió Luis Cacho, pero en calidad de consejero delegado, que hizo una labor continuista. El tiempo ha pasado. La crisis se ha cebado con el sector naval y los frutos de la misión comercial que emprendió Aurelio Martínez aún no se han recogido.
La empresa tiene nuevos gestores, José Manuel Revuelta y Jaime de Rábago, cuya obsesión es reflotar a la compañía. Esta semana han confirmado que no existe carga de trabajo a corto plazo, lo que significa que los astilleros de Puerto Real y San Fernando estarán parados durante, al menos, año y medio. La incógnita que queda por despejar ahora es saber cuánto tiempo aguantará la SEPI, organismo de Industria al que pertenece Navantia, con un millar de trabajadores cobrando y sin actividad. Ojo que el lobo ha venido y esta vez es de verdad.