La crisis socava el sistema
La sociedad reclama a las elites austeridad para todos y sentido de Estado
Actualizado:Hoy publica este periódico un reportaje sobre la preocupante decadencia de nuestros grandes partidos. Las encuestas acreditan que, a siete meses de las elecciones generales, el Partido Popular, que consiguió una rotunda mayoría absoluta, se desangra por el desgaste, en tanto el Partido Socialista, que terminó exánime tras su etapa en el gobierno, no consigue remontar su decadencia. Y en cambio las terceras vías, UPyD e IU, tienden a subir, hasta más allá de sus propias expectativas. En realidad, la mayoría de las instituciones han experimentado las consecuencias de la crisis. Además de los partidos, la monarquía, el poder judicial, la clase política en general, las comunidades autónomas, el sistema financiero. han perdido prestigio a chorros. La incapacidad de las elites para poner coto a un declive que deja al descubierto inaceptables episodios de corrupción que han contaminado a buena parte del paisaje político ha provocado el desdén de la opinión pública hacia el sistema establecido y la búsqueda, por ahora balbuciente, de soluciones al margen de los cauces convencionales. Como en Grecia, donde la incapacidad de los dos grandes partidos que se habían alternado al frente del país desde la llegada de la democracia en 1974, Nueva Democracia y el Pasok, ha suscitado el surgimiento de cinco nuevas fuerzas parlamentarias, desde Syriza, radical de izquierdas, a Amanecer Dorado, de extrema derecha. El riesgo de que aquí se produzca también una helenización del arco parlamentario preocupa a las dos grandes formaciones, sobre las que ha descansado la estabilidad de nuestra democracia. Y, en efecto, si PP y PSOE no se vitalizan y fortalecen su discurso, existe el riesgo larvado de que aparezcan movimientos marginales en los extremos del abanico ideológico o en la frontera opaca del populismo. Frente a este riesgo, la sociedad civil reclama de lo público y de quienes lo regentan magnanimidad, sentido del Estado, altura de miras y cierto patriotismo en esta hora crítica. La ciudadanía también exige transparencia y que la austeridad sea para todos, y que no se juegue con el dinero público. Solo si no se ve que la crisis recibe de los dirigentes mayor esfuerzo y más desprendimiento, el sistema podría derrumbarse y abocarnos al caos.