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La 'dictadura perfecta' vuelve a México
El PRI puede recuperar la presidencia de un país que castiga a Calderón y su lucha contra el crimen
LA HABANA. Actualizado: GuardarLos 300 electores de la Toayana no podrán votar hoy. Pistola en mano, unos hombres amenazaron a empleados del Instituto Federal Electoral (IFE) encargados de colocar las urnas en esa comunidad rural de Guadalupe y Calvo, muy cerca de Ciudad Juárez. Ante el riesgo de morir, los funcionarios se retiraron sin cumplir su misión. Asegura el IFE que ésta será una de las excepciones de los comicios que según las encuestas avalarán el regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI), al que Vargas Llosa definió como la «dictadura perfecta», a la jefatura del Estado, tras 12 años de interregno del conservador Partido de Acción Nacional (PAN). Casi 80 millones de mexicanos podrán elegir a 2.126 cargos públicos, entre senadores, diputados, alcaldes y gobernadores.
La mayoría de los sondeos dan el triunfo a Enrique Peña Nieto (EPN). Su cara de chico bueno servirá para que el viejo PRI, sustentado en un sistema presidencialista, caciquil y de ideología anticlerical y por decenios símbolo de la corrupción, reconquiste Los Pinos (residencia presidencial). Otros poderes, como la mayoría legislativa, gobernaciones estatales y alcaldías, nunca los perdieron y ahora los retendrán. Su principal rival, el izquierdista exalcalde de la Ciudad de México Andrés Manuel López Obrador (AMLO), todavía confía en obtener el respaldo de la mayoría de sus compatriotas a su Movimiento Progresista, una alianza entre el Partido de la Revolución Democrática (PRD) -una escisión del PRI-, el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Movimiento Ciudadano (PMC). Sin embargo, los sondeos lo distancian entre 7 y 18 puntos de Peña Nieto.
La aspirante del oficialismo, Josefina Vázquez Mota, la tercera en juego, lo tiene mucho peor. Está pagando la factura que la sociedad mexicana pasa al presidente Felipe Calderón por los más de 55.000 muertos asociados a la lucha sin cuartel que ha desplegado contra el crimen organizado desde que juró el cargo, en diciembre de 2006.
Gabriel Quadri, del Partido Nueva Alianza, está más relajado. Sin perspectivas de triunfo, aspira a mantener el registro del partido fundado por Elba Esther Gordillo, la 'lideresa' y presidenta vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), cargo que ejerce desde el mandato de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994). Priísta destacada, fundó su partido y fondos no le faltan. La central recibe millones de las cuotas de los asociados.
El viernes, los cuatro candidatos presidenciales se comprometieron en el 'Pacto de Civilidad' a acatar, «sea cual fuere», el resultado de la cita electoral. No obstante, el Movimiento Progresista advierte de que habrá fraude. Denuncia que el PRI repartió anillos con un fragmento de lápiz incrustado para rayar las papeletas y anular los votos a favor de AMLO. La técnica es más sofisticada que los antiguos repartos de 'despensas' (cestas de alimentos) a cambio del voto.
Peña Nieto ha sabido -dicen que con la ayuda del canal Televisa- sacudirse escándalos y distanciarse de notables priístas acusados de violaciones de derechos humanos o narcotráfico. Promete pacificar México y rentabiliza el desencanto de los dos mandatos del PAN, el primero con Vicente Fox y el de Felipe Calderón que ahora concluye. Ambos gobernantes lograron estabilidad económica, pero ésta no se reflejó en la reducción del desempleo o de la pobreza en la que viven el 46% de sus 112 millones de habitantes. «Si México ya no es como antes, ¿por qué tendríamos que gobernarlo como antes?», dijo Peña Nieto en uno de sus últimos mítines, intentando vencer al miedo que inspira la vuelta del todopoderoso PRI.
López Obrador, por su parte, intenta extender entre el electorado la idea contraria. En sus discursos ha venido atizando el miedo al pasado: «El triunfo de Peña Nieto es moralmente imposible (..) Votar por el PRI, votar por Peña Nieto, es votar por la corrupción». Hoy sabremos quién tiene mayor predicamento y cómo los demás asumen la derrota.