Grecia, el fantasma que todos quieren espantar
UPyD considera que el «hundimiento» de PP y PSOE obedece a otros factores, además de la crisis económica
MADRID.Actualizado:«España no es Grecia». Pocas frases han sido tan repetidas en los dos últimos años como esta, incluso ahora que el presidente del Gobierno ha reconocido, en una llamada desesperada a la UE, que, de seguir así, no habrá manera de obtener financiación en los mercados (el bono español a diez años ha llegadoa pagar un 7% de interés). Las causas que han llevado a un escenario tan dramático quizá disten mucho de las que provocaron la intervención del país heleno, pero no falta quien considera que es posible trazar paralelismos y sacar algunas lecciones de lo ocurrido.
En el PSOE mira estos días al Pasok con cierta preocupación. El partido socialista griego ha pasado de ganar las elecciones en octubre de 2009 con mayoría absoluta a obtener tan solo un 12,3% del voto en las elecciones del pasado día 17. Pero entre medias han ocurrido muchas cosas: la petición de rescate, después de destapar diez años de engaños a la Comisión Europea, declarar una deuda desorbitada y dejar claro que las cifras de déficit de las que hablaba el anterior gobierno conservador distaban mucho de ser reales (el 12,5 % frente al 3,7% declarado); ajustes draconianos que han servido para poco más que para sumir a la población griega en la desesperanza; veinte huelgas generales y un gobierno de coalición.
En noviembre del pasado año, y después de amagar con un referéndum sobre el segundo rescate de Bruselas, que ascendía a 130.000 millones de euros, el socialista Yorgos Papandreu anunció su dimisión para dar paso a un gobierno de unidad nacional con los conservadores de Nueva Democracia presidido por un tecnócrata encargado de poner en marcha el 'plan europeo anticrisis'. Pandreu y Antoni Samarás, líder conservador, querían evitar una sensación de vacío de poder que desatara el pánico en los mercados. Ocho meses y dos procesos electorales después, los mercados siguen revolucionados y los dos partidos vuelven a estar en el gobierno, pero su respaldo popular dista de ser el que disfrutaron durante los últimos casi cuarenta años de democracia, de forma alternativa.
Radicales
En Grecia ha emergido con fuerza una coalición de izquierda radical, Syriza, capitaneada por el joven de 37 años Alexis Tsipras. Su empeño en que es posible plantar cara a las condiciones impuestas a cambio del último rescate y aun así permanecer en el euro le valieron el apoyo del 26,9% del electorado, justo por detrás de Nueva Democracia que, con un resultado mejor del esperado: un 29,7% de los votos.
A los socialistas también se les fueron votos hacia Izquierda Democrática, que ahora ha entrado en el Ejecutivo. Y en la oposición tendrán al Partido Comunista, en un extremo del arco parlamentario y, en el otro, a la derecha antieuropea de Griegos Independientes y a los filonazis de Amanecer Dorado. El bipartidismo que durante décadas rigió la vida política de Grecia ha saltado, pues, por los aires. Y la desafección hacia la política crece. Nunca había habido tan baja participación en unas elecciones.
Pese a ciertos paralelismo, los partidos políticos españoles, incluso los que se beneficiarán con esta hipotética 'helenización' del Parlamento español, no creen que se pueda trazar una paralelismo claro entre las derivadas políticas de la crisis de Grecia y España.
El diputado y portavoz adjunto UPyD en el Congreso, Carlos Martínez Gorriarán, entiende que el desgaste de PSOE y PP tiene un origen independiente al de la crisis económica pura y dura, principal motivo, a su juicio, del hundimiento del Pasok en Grecia, aunque admite que la coyuntura económica en España acelera el proceso
Martínez Gorriarán apunta a que el bipartidismo se ha ido convirtiendo en un sistema «turnante», con cada vez menos diferencias en las políticas importantes de ambos partidos, aunque las relaciones públicas entre ellos sean gritonas y estridentes. «Basta con ver cómo Rajoy ha repetido muchos de los errores de Zapatero en la gestión de la crisis», acota. Añade, además, que la sociedad española es más plural en ideas políticas, «y menos sectaria y anticuada, de lo que ofrecen estos partidos».