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La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, con el ministro de Educación, José Ignacio Wert. :: EFE
Sociedad

La Selectividad no tiene futuro

Los alumnos también serán evaluados en el último curso de Primaria y de la ESO y si no superan la prueba repetirán Será sustituida por un examen final de Bachillerato, según el borrador de la nueva reforma educativa

DAVID VALERA
MADRID.Actualizado:

El Gobierno ya tiene perfiladas las líneas básicas de la reforma educativa con la que espera poner fin al elevado fracaso escolar registrado en las aulas españolas y que supone más del doble que la media de la UE. Y uno de los grandes sacrificados de la nueva normativa será la Selectividad. Y es que el Ejecutivo plantea en el borrador de la reforma eliminar la actual Prueba de Acceso a la Universidad (PAU) y sustituirla por un examen final de Bachillerato, según fuentes del Ministerio de Educación.

El plan prevé que sean las universidades las que, a través de las pruebas y criterios que consideren oportunos, seleccionen a los nuevos alumnos. Este es el nuevo modelo descrito en la reforma educativa que el Ejecutivo espera aprobar antes de Navidad y que se implantará progresivamente en un periodo de tres años (con permiso de un hipotético cambio de inquilino en la Moncloa).

No es una idea nueva. El Gobierno de José María Aznar ya trató de modificar la PAU y sustituirla por una 'reválida' o prueba que realizarían las universidades de manera independiente. Sin embargo, la llegada al poder del PSOE abortó la medida. En el sistema actual el alumno ingresa en una universidad en función de una nota de corte obtenida de la media de su resultado en Selectividad con su nota de Bachillerato. La idea que manejan en el Ministerio consiste en que al término de la Secundaria no obligatoria se realice una prueba final que será necesario aprobar para optar a estudiar una carrera. Este examen sería de ámbito nacional, y por tanto, con contenidos comunes en toda España. Además, representaría un 40% de la nota final del alumno (el otro 60% será el Bachillerato). El riesgo de este modelo es que puede provocar la segregación de los alumnos en función de los centros.

Pero habrá pruebas en todos los tramos del sistema educativo. Los alumnos también se someterán a una evaluación en el último curso de Primaria. Será una prueba sencilla en la que deberán demostrar que saben leer, escribir o un conocimiento básico de inglés. En caso de no superarla el alumno repetiría 6º curso. Pero si ya es repetidor, pasará a Secundaria con un informe negativo. El sistema se repetirá en 4º de la ESO pero con dos modalidades distintas en función de si el alumno escoge el camino del Bachillerato y o de la Formación Profesional. Todo ello para fomentar la «cultura de la evaluación», que explicó el ministro de Educación, José Ignacio Wert, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.

Otra de las «palanca del cambio», como denominó Wert a las líneas de la reforma, tiene que ver con el adelanto de los itinerarios y que convertirán a 4º de la ESO en un curso puente orientado al Bachillerato o a la FP en función de la elección del alumno. En algunos casos esa orientación se podrá adelantar hasta 3º de la ESO con algunas asignaturas optativas. En cualquier caso, existirán pasarelas para evitar la irreversibilidad de una decisión.

Empleabilidad

«Un país en el que existe un 52% de desempleo juvenil es un país cuyo sistema educativo no es eficiente». Con esta frase justificó el ministro de Educación los profundos cambios en el modelo educativo. José Ignacio Wert achacó la disparatada cifra de paro entre menores de 25 años a la incapacidad del sistema educativo de proporcionar los trabajadores que necesita el mercado, es decir, su casi nula empleabilidad.

Con la nueva legislación el Ejecutivo espera reducir el abandono escolar en España, que es del 26,4% hasta el 15% en 2020 para cumplir con los objetivos comunitarios. Además, solo un 3% jóvenes mayores de 15 años obtienen la excelencia, en la Unión Europea es del 8%. Y es que calculan que en los próximos diez años el 85% del empleo demandado será de cualificación medio-alta.

Una de las grandes obsesiones de Wert durante su comparecencia fue apelar al espíritu de consenso e insistió en la necesidad de lograr un gran acuerdo en esta medida: «Abriremos un diálogo amplio y profundo con la comunidad educativa, la sociedad y las fuerzas políticas. Es una reforma que sirva de referencia para muchos años. Cuanto más amplio sea el acuerdo político más estable será». Sin embargo, los plazos están marcados. La normativa será aprobada antes de fin de año. Y entonces se sabrá si Wert consigue evitar lo que ninguno de sus predecesores: un pacto educativo.