Cumbre de alivio
El Gobierno de Rajoy debe precisar cuanto antes qué uso quiere hacer de la puerta abierta en Bruselas
Actualizado:La esperada reunión que el Consejo Europeo celebró durante el jueves y el viernes en Bruselas acabó ofreciendo un resultado que debiera aliviar la presión que los mercados venían ejerciendo sobre la deuda española e italiana y, en general, sobre el euro. Es lo que pudo constatarse ayer mismo, con la subida experimentada por el Ibex y la notable moderación de la prima de riesgo. Sin embargo la literalidad de la declaración suscrita por los miembros del Eurogrupo, el inmediato anuncio por parte de Rajoy y de Monti descartando que España e Italia vayan a recurrir a los fondos de rescate europeos, y las apostillas exigentes de Merkel y Draghi podrían devolver las conclusiones de la Cumbre a un enésimo pulso entre concesiones de una ayuda que no acaba de explicitarse por parte del Gobierno Rajoy y condiciones de supervisión que, aunque parecen asumidas de antemano, el Ejecutivo español trata de diluir dentro del proyecto de integración fiscal, bancaria y política. Desligada formalmente la presión sobre la deuda pública de las necesidades de recapitalización de las entidades financieras, falta por despejar la incógnita de qué magnitud alcanzará la ayuda que se recabe del fondo temporal (EFSF) y a partir de qué momento comenzará a operar de verdad el fondo permanente (ESM). La declaración de Bruselas insta a «ultimar el memorando de acuerdo vinculado al apoyo financiero a España para la recapitalización de su sector bancario» en una muestra de la impaciencia que tanto los socios del Eurogrupo como las instituciones de la Unión desean transmitir respecto al cierre de un capítulo crítico para la estabilización del euro. La sintonía entre Madrid y Roma y la complicidad demostrada por París permitieron abrir en Bruselas la puerta que podría contribuir a que las expectativas de los mercados en cuanto a España e Italia se aproximen más a la realidad de sus respectivas economías sin cebarse en las dudas que en lo inmediato susciten sus cuentas públicas. Pero la indefinición sobre el uso que se quiera hacer realmente de esa puerta abierta constituye, a estas alturas, un problema que el Gobierno no puede eludir a base de declaraciones más o menos evasivas. Descartada formalmente la intervención, resulta urgente precisar, más allá del alivio momentáneo, el apoyo que la deuda española requiere para moderar sus costes financieros y acabar de una vez con la interrogante de la capitalización bancaria.