La medicina de los milagros
Actualizado: GuardarNovedoso tratamiento del reuma en 1900. Sin horno, pero sometiendo al paciente a aire caliente con temperaturas de entre 35 y 49 grados. Así obtuvieron éxitos en sus tratamientos los doctores Landouzy, Dejerine y Chrétien. Las técnicas de calor aún se utilizan.
Junto a la redoma de las sanguijuelas y el opio se fueron instalando medicinas cada vez más sofisticadas y de nombres llamativos de todos conocidos por la publicidad en diarios y revistas como ‘Blanco y Negro’ , ‘Estampa’ o ‘La Ilustración’.
Por la literatura de los anuncios parecían más milagrosos que el Bálsamo de Fierabrás –que curaba todas las heridas de quien lo bebía–, lo que choca con una esperanza de vida que apenas llegaba a los 60 años. Pero, sin duda, eran francamente atractivos. Tanto que llamaron la atención del escritor José Miguel Borja, que durante un tiempo se dedicó a recopilar y clasificar estos comerciales. Y de esa curiosidad nació ‘Medicinas prodigiosas’, un libro divertido en el que encontraremos anuncios de asombrosos remedios «dignos de figurar en el maletín de Julio Verne», como indica su autor en el prólogo.
Junto a ellos, fragmentos de cartas de personas desesperadas como la de una mujer que solicita al doctor Morales sus Píldoras Tonicogeniterales porque «el Señor no confiere al miembro de mi marido la necesaria consistencia para cumplir el fin del matrimonio».
La Sangre de Dragón de la botica de Don Cayetano García Castelló; la ‘Cefalosa’ que «destruye la timidez» o una goma de mascar en bombones garrapiñados capaz de curar el mal genio son algunas de las paradas de este fabuloso viaje.