Llegó la hora
Actualizado:Me pitan los oídos desde el pasado viernes, cuando un reportaje de televisión denunció algo que en esta tierra sabemos, padecemos aunque muchos se empeñen en no reconocer o disfrazarlo. Cualquier problema al que se busque una solución con ahínco y verdadera intención pasa ineludiblemente por identificarlo como un mal para aplicarle la cura pertinente. Si a la lacra del narcotráfico, que en nada ayuda al desarrollo de esta provincia, al bienestar de sus pueblos y, por descontado, a la salud de sus vecinos, le ponemos tiritas en forma de justificación, seguiremos siendo esa puerta que nunca se cierra para las bandas que explotan esta hermosa tierra con la misma saña que se emplean con sus peones, sus subordinados, aquellos a los que maltratan, amenazan y si es necesario, le mandan a un sicario si no cumple.
Las justificaciones, más o menos veladas, que he escuchado y leído desde el viernes, arrancan siempre con el mismo argumento: el daño que se hace a la imagen de pueblos como Barbate o Sanlúcar cuando se denuncia el dinero que mueve el hachís en sus calles, como si esos ilustres vecinos que se pavonean en su vehículos de lujo y tientan a la juventud para que se metan en un negocio muy sucio fueran un valor incalculable de cada sociedad local. Cuando se señala un problema, no se olvidan las virtudes. El atún de Barbate y sus bellas playas o los langostinos de Sanlúcar y sus carreras de caballos, por citar algunos ejemplos, son de sobra conocidos. Y no por eso, hay que obviar otra realidad, dura y triste, que es la verdadera culpable de que esas localidades salgan en televisión por motivos alejados de su gastronomía, sus encantos naturales.
La crisis ha venido a acentuar más este problema. Muchas personas, desesperadas, deciden entrar en un juego del que nadie sale. Por eso, ahora más que nunca, debería haber una respuesta social contundente de total repulsa hacia el narco: señalarlo, apartarlo como un apestado y no olvidar nunca que ese vecino listo no aporta nada a la sociedad, más bien se aprovecha de los más débiles para engordar sus beneficios.